OPINION

LA CUARTA TRANSFORMACIÓN Y EL HEROICO PUEBLO YAQUI – TEXTOS AL MINUTO

J Jesús Jiménez

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador hace justicia al Heroico pueblo Yaqui, y de esa manera se complementa la atención que brindó el gobierno cardenista a esta gran nación que habita entre El Yaqui y el Mayo.

El presidente Andrés Manuel López Obrador a nombre del gobierno de la república realizó una memorable e histórica jornada que hace justicia a los heroicos habitantes originales de lo que hoy es el sur de Sonora y el norte de Sinaloa.

A continuación público un pequeño fragmento de mi tesis de doctorado que tengo en construcción y que comprende un capítulo sobre lo que entonces, en la dictadura porfiriana, se denominó la pacificación del Yaqui. Se incluyen datos que por primera vez se publican aquí y que involucran al general en jefe qué cubrió parte de la de la campaña en contra del caudillo indígena Cajeme y su pueblo, es decir, el general Ángel Martínez, que pasó sus últimos años de retiro militar en Colima, hasta su muerte en 1904.

¿El general Ángel Martínez, autor de la deportación masiva de Yaquis?

Existe el consenso entre los historiadores de que los yaquis sufrieron la bárbara acción de exterminio por parte de las tropas federales del gobierno de Porfirio Díaz. El desplazamiento de hombres y mujeres a lejanos centros de explotación en el país, es una historia, en esa parte, ampliamente difundida, gracias a testimonios notables e históricos, como el del periodista John F. Turner, en su reportaje México Bárbaro. Pero poco era conocido de la autoría intelectual de esa propuesta de desplazamiento. Turner, aportó una referencia significativa que muestra rasgos de Martínez en su papel de “pacificador” de indios. Señaló que Martínez “tenía la costumbre de colgar gente porque no podía decirle dónde se encontraban en aquel momento los yaquis insurrectos”. Esta alusión, sin embargo, data de muchos años después de la encomienda de Martínez.

Se encontraron evidencias que vinculan directamente a Martínez con el trasplante o traslado de indios, de Sonora y Sinaloa, a Colima. En septiembre de 1887 El Monitor Republicano citó noticias provenientes de Álamos, del periódico La Opinión, de Culiacán, refiriendo que los indios se habían calmado por la tenaz persecución que se les había hecho, y que el vapor de guerra El Demócrata estaba del Médano a Santa Bárbara, “donde ha venido a cargar cien familias indígenas, trabajadoras, para ser conducidas a algunas haciendas agrícolas en Colima.” En la misma edición, el señalamiento fue más directo en la vinculación o conexión entre Martínez y el traslado de yaquis a campos colimenses. En su gacetilla del 3 de septiembre de 1887, El Monitor Republicano, también citó una noticia, tomada de El Regenerador Político, referente a Colima y que refuerza la disposición de mano de obra yaqui en beneficio de Martínez:

Colonos. Sabemos que últimamente desembarcaron en el puerto de Manzanillo sesenta familias de indios Yaquis, que el Sr. General Martínez ha traído a trabajar a su línea de campo que tiene en el Rio de la Armería y las cuales se ocupan actualmente en destruir las terribles mangas de langosta que asuelan aquellos campos.

Por su parte, el historiador Daniel Cosío Villegas consignó que el Diario del Hogar se refirió a esos trasplantes en 1889, cuando publicó que: “aumenta el recelo de los yaquis el recuerdo de que más de cien familias fueron trasladadas como negros en buques de guerra para alguna hacienda de Colima en cuyas playas perecieron al saltar a tierra”.

La historiadora Nicole Guidotti-Hernández, encontró que Martínez estuvo relacionado con los orígenes de la idea del destierro de los yaquis. Señaló que “la evidencia más temprana que logré encontrar sobre el proyecto de deportación de los yaquis, data de 1886, y fue creación del general Ángel Martínez, Jefe Militar de la primera zona militar del país (que incluía Sonora, Sinaloa y Baja California)”.

Guidotti penetró en la implicación de Martínez en la deportación de yaquis, señalando que ese plan fue considerado por él como una manera de romper con sus tradicionales hábitos y costumbres, con semejanza al salvajismo, proponiendo su confinamiento a diferentes partes de la República, sobre todo a los yaquis incorregibles. La historiadora señala la coincidencia de los historiadores en que el proyecto de la deportación “se materializó hasta 1901, con la deportación de hombres yaquis rebeldes, y a partir de 1902, con deportaciones en masa”.

Esta referencia resulta de interés porque atribuye a Martínez una participación estratégica de una naturaleza diferente a la militar. Guidotti-Hernández, al analizar la propuesta de Martínez como una de control territorial, señala que enviándolos “a trabajar en labores agrícolas del Estado de Colima (pertenecientes, por cierto, a sus amigos)” se destruiría su lazo comunal y su defensa de su territorio considerado sagrado; se aliviaría la falta de mano de obra en Colima; y los amigos de Martínez se podrían beneficiar de la mano de obra Yaqui.

La propuesta de deportación formulada por Martínez, no tuvo resonancia en los años en que él operó militarmente la pacificación del Yaqui y del Mayo. La propia Guidotti-Hernández -como ya se indicó- señaló que se concretó al inicio de la década del siglo XX. Este señalamiento resulta interesante en esta investigación que busca las luces y sombras del general Martínez. Guidotti cita una carta que le dirigió Martínez al presidente Díaz, informándole que “la situación de los yaquis es desesperada y están ocultos en la espesura del río Yaqui. Opina que la solución para acabar con estos rebeldes será embarcarlos a un lugar lejano”. La respuesta de Porfirio Díaz a Martínez, en noviembre de 1886, según consigna Guidotti-Hernández, fue que “equivale a mi juicio a iniciar una guerra de exterminio, porque el indio prefiere la muerte al destierro y ante la perspectiva de ser alejado de sus hogares luchará hasta perecer”…