La vocación de los niños debe ir apoyada por los padres de familia: Obispo de Colima.

El ser monaguillo o acólito  es una vocación al llamado de Dios que debe ser apoyada y reforzada por los padres de familia, así lo dijo Marcelino Hernández, Obispo de Colima, quien señaló que esta es una experiencia única para los pequeños que buscan el acercamiento con la divinidad.
Manifestó que al año se realizan dos encuentros de monaguillos en donde participan cientos de niños de diferentes partes del estado, donde conviven y se divierten en un ambiente entorno al acólito, donde incluso hay quienes sienten como una  vocación el uso de la opa (la sotana) y la cota (lo usan los padres y los niños cantores).
“Ser monaguillo es un llamado de Dios, pero la vocación es un llamado a favor de la comunidad. La experiencia de este encuentro busca que los niños vean que no solo son ellos en su parroquia, que todos pertenecen a un cuerpo de parroquias y que hay otros niños como ellos”, destacó
“No se trata de salir a la calle para ver si hay algún encandilado que se venga de acólito, es importante que los papás lo acompañen y sean testigos de lo que el niño anda buscando, la importancia de estar cerca del niño”, expuso.
Originario de San Luis Potosí, vivió en la Ciudad de Guadalajara, fue siete años de acólito en la Parroquia de San Martín, a los 12 años de edad se fue al seminario donde estudio 15 años y 12 años después regresó a San Martín a cantar su primer misa solemne.
Finalmente recordó que su experiencia en el seminario fue de lo mejor porque hizo muchos amigos y convivió con sacerdotes de todo tipo, algunos corajudos, otros juguetones, unos muy amables, todos  le fueron dando formación y ambiente a la muchachada.

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