OPINION

¿NEGOCIO O TRADICIÓN? EN VILLA DE ÁLVAREZ – SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

*Alfonso Polanco Terriquez

Estamos por empezar el segundo o tercer festejo más importante del estado: las fiestas Charrotaurinas de Villa de Álvarez y en la mesa del debate entre los expertos se pone: ¿Negocio o sigue siendo una tradición? Incluso más de uno de los conocedores del tema expone que el aspecto taurino debe quedar fuera porque durante siglos no estaba contemplado el aspecto taurino.

Todo esto se da en un marco sin precedentes, la publicidad del espectáculo musical para los eventos de esta fiestas empezaron desde diciembre del año pasado. Tocando más a fondo el tema y si analizamos veremos que la tradición como tal ya no existe, ni de broma. Lo cierto es que dejó de ser una feria de familia, de hogar, del pueblo para convertirse en una fiesta comercial. Los inicios de estos festejos comenzaron en la capital del estado más al ir desplazando la famosa Petatera a las orillas del municipio de Colima se hizo parte de la antigua Villa de los Martinez.

Durante muchos años, quizás décadas, el tiempo que duraban las fiestas de Villa de Álvarez, las familias que habitaban en la famosa, antes Villa de los Martínez, ya no cocinaban a la hora de la comida. Sabían que después del toro de once venía la comida. A quién le tocaba dar el recibimiento obsequiaba alimentos, aguas y ponche para todos, en ninguno de los dos lugares se cobraba todo era gratis.

El jaripeo que venía posterior a la comida, dado precisamente por quién daba el recibimiento de igual forma era gratuito. El jaripeo era con toros nuevos, es decir que nunca habían sido montados, quienes los montaban eran los propios campesinos, ganaderos, mozos, entre otros, en su mayoría villalvarenses, no utilizaban espuelas de gancho. En los tres eventos había ambiente familiar, estaban los tíos, primos, conocidos, vecinos y más de uno de Colima o de las afueras del estado, todos conocidos. Todo esto era organizado por gente que vivía en Villa Álvarez, es decir: Villalvarense.

Tanto el toro de once, como en la comida, el recibimiento eran organizados y participaban en ello habitantes de Villa de Álvarez y de vez en cuando un hacendado, terrateniente que habitaba todavía en el estado. La bebida favorita era principalmente el ponche que incluso era regalado en los tres eventos. 

En la década de los 60 o 70 del siglo pasado esto cambió. Comenzaron a llegar los artistas nacionales, así las corridas formales traídas por Manuel Origel parece ser que aquí fue cuando se comienza a cobrar. Ojalá que alguien nos aporte en qué año, en qué época se comenzó a cobrar, tanto en el toro de once como en el jaripeo. Lo cierto es que en los años 60, 70, 80 y 90 del siglo XX, las fiestas de Villa de Álvarez se comenzaron a comercializar.

Es en este milenio cuando la fiesta de Villa de Álvarez dejan de ser comercializadas y se convierten verdaderamente en un negocio, ya no tanto para los villalvarense sino para gente extraña incluso del estado. Las grandes ganancias no quedan en este municipio, son otros quienes se llevan las grandes cantidades de dinero que entran, tal como sucede con la Feria estatal de Colima.

En la feria estatal pasada las autoridades tuvieron la precaución de no autorizar algunos eventos que pudieran ser peligrosos para la sociedad. Aclaramos siempre en las fiestas de cualquier municipio del estado o de cualquier lugar a nivel nacional los índices de criminalidad: asesinatos, robos y otros tipos de hechos violentos aumentan.

En Tecomán y en Villa de Álvarez lugares que este año empiezan las fiestas de forma como si estuviéramos todavía con el escenario del siglo pasado sin problemas del crimen organizado, puede haber un aumento de ejecuciones y despariciones, ya que habría que ver y recordar que en las recientes fiesta de Coquimatlán los citados eventos violentos se dieron.

Por eso son bienvenidos los tipos de acuerdos como los que propuso el diputado local de la Sexagésima Legislatura por la Villa, precisamente Jesús dueñas, de que los niños no ingresen a ver jaripeo y corridas formales a la famosa petatera, creemos que debiera ampliar la invitación a que menores de edad no vayan en la cabalgata, que haya un espacio solo para ellos.

Estamos de acuerdo qué en ambos eventos se venden bebidas embriagantes a diestra y siniestra a todo tipo de personas, sin importar si es menor de edad o no. Es momento de comenzar a parar la violencia en el estado. Colima ocupa está entre los primeros lugares en consumo y venta de bebidas embriagantes. Por eso no es gratis que a lo largo y ancho de la cabalgata el número de vendedores de bebidas embrigantes anden circulando.

La decadencia en las fiestas de los diversos municipios ha sido tan fuerte que algunos miembros de algunas Iglesias ya les dicen a sus feligreses que no asistan, que no vayan. Incluso hay el antecedente en Cuauhtémoc, Colima, qué tanto el municipio como los encargados de las fiestas pidieron al Obispo de la Basílica y Catedral de Colima que quitará o removieran a un un clérigo de este municipio porque no quiso participar en estas fiestas de ese lugar y preciso que estas estaban alejadas de la realidad.

Para despedirme. Llevarías tú a tu hijo o a tu niña, a que vean a personas arriba de caballos: bebiendo, gritando, peleando, otros quizás insultándose y lo más importante que el 90% de quienes van no conoce nada del medio rural y del campo que lo único que hacen es maltratar a un animal que no se sabe defender, creo que la solución a nuestros problemas futuros están en nuestras manos. Basta de lastimar animales, para qué otros gocen de ese espectáculo y siga habiendo violencia en el estado. Aunque le han querido dar un toque feminista a las cabalgatas están solo acentúan el machismo. El que entendió, entendió. Nos vemos en otra entrega