EXCESO DE PROPAGANDA ELECTORAL
Es innegable que estos días son una competencia entre los políticos para demostrar quién es el más humilde, quién visita la colonia más pobre, quién posa mejor abrazando a los adultos mayores, quién tiene la mejor foto comiendo tacos o comprando en el puesto callejero y, sobre todo, quién es el más guapo y embellecido con los miles de filtros en sus fotos de campaña.
Sin embargo, lo cierto es que nadie es capaz de regular a los candidatos en su competencia feroz por la atención del voto. En esta campaña, los candidatos se comportan más como influencers de Tik-tok que como verdaderos políticos propositivos preocupados por legislar y gobernar en favor del desarrollo del Estado.
Actualmente, las campañas se han vuelto un concurso de popularidad (no quiere decir que antes no lo fueran, pues es complicado encontrar un candidato que no haya sido un narcisista ególatra). La sobreexposición que brindan las redes sociales en este siglo XXI permiten que cada persona con acceso a internet pueda tener un espacio para exponer su persona e ideas; un canal de YouTube, un perfil de X (antes Twitter), Facebook o Instagram dan millones de propuestas el espacio perfecto para expresar lo que deseen. Lo anterior, da como resultado millones de opciones para navegar y perdernos entre videos y publicaciones.
Es la capacidad de destacarse entre las millones de opciones en redes sociales lo que lleva a los influencers a intentar de todo; entre ello, cosas ridículas. Así están también nuestros políticos, buscando la persona más humilde para la foto, comer taquitos callejeros y toda esa serie de baños de pueblo que se saben dar solo en estas fechas.
Otra cuestión importante, es que nadie puede ponerle un alto a toda la propaganda de las figuras políticas que llenan las calles y camllones; ¿Cómo pedirle a Tey que quite sus mamparas y displays que invaden los camellones de la Villa impidiendo el paso correcto delos transeúntes al cruzar las calles, si ellas es la autoridad que debería regular el uso y colocación de esa publicidad? Mismo caso con la whitexican de Margarita Moreno. ¿Verdad que no se puede ser juez y parte?
No menos importante, resultan las infames pegas de calcomanías y actos de propaganda en avenidas y jardines que obstruyen las vialidades y peor aún, bloquean el paso a negocios locales en los parques.
Sin duda, nuestros candidatos tienen su guerra en las calles y redes sociales, pero no de propuestas, sino de popularidad.