CLIMA Y PLAGAS PODRÍAN ACABAR CON LOS CULTIVOS DE COCO
Los investigadores Germán de la Mora Castañeda, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (FCBA) de la Universidad de Colima; Wilberth Chan Cupul y profesores de la Universidad de Guadalajara, trabajan en determinar la influencia del clima y la distribución del cultivo de palma de coco e incidencia de la plaga conocida como picudo negro.
En el proyecto titulado “Cambio climático y aptitud ambiental para el cocotero y su principal plaga, el picudo negro del cocotero”, incluye el estudio del comportamiento de los animales en su entorno natural para dicha plaga. Germán de la Mora mencionó que este trabajo se realizó a nivel nacional. “Buscamos saber si en un futuro las áreas donde actualmente hay palma de coco seguirán siendo adecuadas climatológicamente hablando, o si habrá nuevas donde antes no había, esto a consecuencia del cambio climático”.
En la región del Pacífico centro de México, continuó, el picudo negro es una de las principales plagas que ha afectado y, por consecuencia, reducido las hectáreas del cocotero, causando serios problemas donde se cultiva, con pérdidas de hasta el 80% de las plantaciones jóvenes de híbridos y ecotipos (población de una misma especie que se ha adaptado genéticamente a un ambiente específico) del alto pacífico.
En el país se cultiva la palma de coco desde hace más de 100 años en Guerrero, Colima, Tabasco, Oaxaca, Michoacán, Veracruz, Chiapas, Jalisco, Campeche, Sinaloa, Nayarit, Yucatán y Quintana Roo. En el año 2000 se reportaron 180,818 hectáreas cultivadas; sin embargo, esa superficie se ha reducido por diversas causas, pues en 2016 se cuantificaron 142,807.
Además, comentó que de ese cultivo se obtiene fibra de coco para diversos fines, carbón de primera calidad, agua, pulpa para consumo en fresco, aceite, copra, tuba, hojas y su tronco se utilizan en la construcción y/o elaboración de artesanías y sustratos.
De acuerdo con investigaciones, se prevé que el cambio climático aumente las temperaturas medias anuales, la variabilidad en las precipitaciones y la frecuencia de eventos climáticos extremos como olas de calor y frío, sequías e inundaciones y que, para finales de siglo, habrá temperaturas de tres a cinco grados centígrados por arriba de los promedios actuales.
En ese sentido, precisó que en la investigación se realizaron mapas de distribución actual del cocotero y el picudo, así como proyecciones de escenarios futuros para el 2030 y 2070: “Se trabajaron dos escenarios futuros con 2 rutas de Trayectoria de Concentración Representativa (RCP, por sus siglas en inglés), con base en las tendencias de aumento de gases de efecto invernadero”.
Ante esos escenarios, el universitario explicó que buscan ubicar focos rojos en cuanto a dónde tendrá mayor desarrollo el picudo, así como ubicar nuevas áreas de oportunidad para el establecimiento de la palma de coco. Por ejemplo, Guerrero es el principal productor de coco, y la mayor parte de la superficie establecida es de temporal.
Entonces, ese tipo de proyecciones les sirven a los productores de Guerrero para ver en qué áreas el clima afectará más y cómo tienen que prepararse, si habrá o si no habrá riego. “Les sirve para que definan cómo mantendrán su cultivo, porque con el aumento de la temperatura y la disminución de las precipitaciones, se afectará la productividad”.
Para finalizar, invitó a los productores a seguir fortaleciendo la organización. “Falta reunirnos, llegar a acuerdos y hacer lo que a cada uno le toca, porque esto no se podrá controlar si se realiza de manera aislada, como se ha estado haciendo (algunos sí toman medidas, otros no). Si unimos esfuerzos y nos organizamos, sí se puede llegar a controlar, porque esta plaga difícilmente se erradicará”.