COINCIDENCIA – ¿QUÉ VIENE? 16 DE DICIEMBRE DE 2024
SEAN OSMIN HAMUD RUIZ
Local e internacionalmente has podido construir una reputación que, se opina, va de buena a excelente.
Tus últimos eventos resultaron, además de satisfactorios para los involucrados, bien llevados a pesar de algunas circunstancias que no podrías controlar (nunca falta el violento, el impertinente, el insatisfecho o de plano el changoleón echador y brabucón).
La especialidad de la casa es organizar fiestas complejas, multitudinarias, con una variedad de aristas logísticas y técnicas que nadie más tiene las capacidades para controlar. Obviamente estas habilidades se fueron construyendo con años de experiencia, modificando tus propias reglas y buscando siempre la vanguardia, eficiencia y los resultados que propios y extraños pueden revisar libremente.
Como todo lo humano, hay áreas de oportunidad para mejorar, pero en términos generales el modelo operativo funciona y muy bien.
Sin embargo, ahora el cliente te solicita algo sumamente peculiar.
Un número de participantes en el show absolutamente inusual.
Una celebración que no aparece en calendario alguno y que es tan nueva y atípica, que las poquísimas experiencias que pudieras consultar realmente no te ayudan nada a hacerte de conocimiento al respecto.
Una lista enorme de invitados, para los que estás obligado a estar preparado a atender, aún sin tener confirmaciones. Pueden llegar 10, pueden llegar 1000 y servicio tienes que tener para ellos.
Además de lo anterior, el motivo y programa de actividades se ve aburrido, engorroso y muy complejo. La impresión generalizada es que no causará mucho entusiasmo y entonces el ánimo de los convocados no será el más festivo. Es más, la sospecha es que habrá algunos aprovechados que se acercarán con los primos, los abuelos, los compadres, los vecinos, el perro, el gato y el perico porque tienen en qué llevarlos.
Profesionalmente, pues no le sacas. Comienzas a planear, idear y preparar presupuestos.
Llegas con el contratante, entregas tus informes para su revisión y sucede lo impensable. Lo conoces y sabes que se ha vuelto muy codo, pero nunca esperaste que te fuera a tratar así.
El nivel de exigencia se mantiene. Quieren cena, bebida, meseros, iluminación, mobiliario, música, hasta centros de mesa coquetos. Todo eso cuesta, pero no importa, el de los dineros simple y sencillamente te dice que si acaso te dará la mitad de lo que dices necesitar. Coloquialmente te instruye “échale más agua a los frijoles”. Y no se te ocurra regatear, no vayas a hacer berrinche.
Te quedas sin alternativa, estás obigado a trabajar en esas condiciones. Intentar razonar de nada vale, quejarse menos, no hay con quién.
Ni hablar, sabe Dios qué fiesta saldrá.
Y cualquier semejanza con el INE es mera COINCIDENCIA.
MICROCUENTO
Ser objeto de malidicencia duele. Me resulta inverosímil haber sufrido esta cantidad de maldad. Me lo advirtieron, pero no lo creí posible. Absorto miraba sin dar crédito. Desapareció, simplemente se esfumó. Alguien maligno se lo llevó. Nunca encontré mi congelado Gansito.