¿CONOCES EL BINGARROTE?
En mi gusto por saber y entender las diferentes bebidas derivadas de la destilación del agave, especialmente las existentes en el occidente del país, me encontré con el bingarrote o vingarrote, el cual fue comercializado junto con el vino mezcal por lo menos desde el año 1816 en la Villa de Colima, sumando a este destilado uno más de los que existen registro en nuestro estado de su uso, elaboración y venta.
La llegada de los españoles a nuestro territorio no solo trajo conflictos e imposiciones como solemos comúnmente señalar, pues gracias a esta expansión demográfica y cultural, ocurrió una serie de alteraciones en el conocimiento gastronómico, aprendiendo nuevas formas de comer y beber gracias a ingredientes y formas alternas de cocinar, así como también de destilar bebidas embriagantes; abonan también a este proceso de metamorfosis cultural, los filipinos que llegaron en sus imponentes galeones, así como la comunidad africana y árabe.
Existen varias investigaciones y diversas teorías acerca del mezcal, sus variantes y sus orígenes, así como de otras bebidas creadas a partir de la fermentación, por ejemplo la que nos menciona la Dra. Paulina Machuca en su libro “El Vino de Cocos en la Nueva España”, donde además de hablarnos del ya conocido vino de cocos -tentativamente antecesor del vino mezcal- asegura que en el territorio novohispano se realizaba una bebida embriagante a partir de la fermentación del plátano, misma bebida que también aparece en diversos registros en Colima en la primera mitad del siglo XVI, agregando además las bebidas alcohólicas creadas a partir de la destilación de caña, ciruela o maíz que bebían los Indios, señalando como antecedente el reporte o denuncia elaborado por Don Hernando Alarcón Betancourt, el Sargento Mayor del Cabildo de Colima en el año de 1612 por embriaguez de los nativos.
Pero, aunado a lo anterior, es el mismo maguey y sus múltiples variantes el que supera la cantidad de bebidas nacidas a partir de cualquier tipo de fermentación, pues este por sí solo crea una diversidad en conjunto con las diversas técnicas de destilación y métodos. De acuerdo a un documento de 1784, perteneciente a el Archivo General de la Nación (Aguardiente de Caña, vol. 1, exp. 1.), existían para ese entonces 77 variedades de mezcal debidamente documentadas, pues los dominios de la Corona Española en México, estaban interesados en saberlo todo al respecto para poder sancionarlas debido a los problemas que causaban en la esfera pública, bautizadas incluso por el Sr. Elizacoechea, Obispo de Valladolid, como “las bebidas de la excomunión”. Esta lista es encabezada por el Bingarrote, Vingarrote o Binguí.
Y aquí surge la pregunta que da origen al presente, ¿Qué es el Bingarrote? El documento que acabo de describir en el párrafo anterior, nos da como respuesta lo siguiente: “Se asan en barbacoa cabezas de magueyes viejos, y martajadas se echan a fermentar en una vasija de pulque, y extrae después a fuego por alambique. A la primera botija que sale llaman binguí y al resto bingarrote.”
Esta variante del conocido vino mezcal, la encontré documentada en los Archivos del Fondo Virreinal de 1536 a 1867, del Archivo Histórico del Estado de Colima, siendo mencionada en varias ocasiones a lo largo de los años de 1816 y 1817 (caja 30A, Exp.9) pues generaba impuestos para la Villa de Colima, dando apertura a un registro cuyo nombre era “cuaderno del ramo del vino mezcal y vingarrote”, donde se llevaba el registro de la alcabala que se recogía por día en las aduanas de Tuxcaquesco, Xiquilpan, Tonaya, Tequila, Tapalpa, San Juan y Sayula.
Por cada barril de estos destilados o aguardientes, como solían ser llamados, se cobraba una cuota, estimando que cada día entraba por cada garita entre 8 y 10 barriles de cada uno de los antes mencionados, tal y como lo señala el documento de “comprobantes de vino mezcal” (caja 31B, Exp.5), por lo cual si tomamos en cuenta que cada barril pudiera tener de 15 a 20 litros aproximadamente, estaríamos hablando de un litraje interesante para la venta común en un día, ya que superaría los mil litros diarios para el consumo y comercialización.
Parte 1.
Autor: Christian Peña.
Fotografía tomada de internet para ilustrar.