ENERO, CARRETERAS Y CAT STEVENS – SOCIALIZANDO DATOS
Balvanero Balderrama García
balvanero@gmail.com / @Balvanero.B
Los festejos y algazara por el novel 2024 duró poco. Podríamos decir con Sabina “lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks”.
La dinámica de la violencia no dio tregua y desde el día uno del mes primero se hizo presente. En nuestro estado y el país.
No es la única realidad que nos atosiga. La autopista que comunica a la ciudad de Colima, y zonas aledañas, con Guadalajara y otros destinos del occidente, así como la que ya se tiene hacia y desde el puerto de Manzanillo, desde hace tiempo se ha constituido en un continuo escenario de choques de vehículos de carga, principalmente.
No podemos hablar de accidentes porque estos, por definición, son fortuitos, y muchos de los sucedidos son atribuibles a otras causas: exceso de velocidad, no aseguramiento adecuado de la carga, descuidos, por mencionar algunos. Hay quien a esto le dice negligencia.
Los daños no solamente son para quienes se ven involucrados, muchas de las veces con la pérdida irreparable de vidas humanas; también es para quienes ven obstruido el paso durante horas, sin poder llegar a sus destinos en los tiempos esperados, con las variadas consecuencias que esto tiene.
El INEGI lleva un registro administrativo de accidentes de tránsito terrestre, en el 2022 a nivel nacional se registraron 377,231; de ese total, 6,110 fueron en el estado de Colima.
Esto tiene que tener alguna solución. En el tramo conocido como la salada, la SCT ensayó algunas soluciones que no funcionaron del todo: reductores de velocidad. Seguramente están implementando otras acciones, pero lo cierto es que no han tenido el éxito que esperamos porque los siniestros, que no todos son accidentes, siguen de manera frecuente.
Por supuesto que no todo tiene este cariz. Pero se hace necesario el señalarlo. Sobre la violencia, no se ven asomos de solución.
Me interesaría concluir con alguna otra reflexión que nos lleve a pensar en nuestra realidad desde otras ópticas. Recientemente retomé a un cantautor que conocí hace como unos 30 años, más o menos (creo que más que menos): Cat Stevens. Dos canciones vienen ahora a mi memoria: Father and son (Father and daughter, podría ser) y Wild world.
Vivir con cuidado, pero no perder los propios sueños y luchar por ellos.