“FERRETERÍA ADACHI”, UNO DE LOS NEGOCIOS MÁS ANTIGUOS EN LA CIUDAD DE MANZANILLO
En 1925, buscando nuevos horizontes, el ciudadano japonés Hashiro Naitoh emigró a México, conoció el puerto de Manzanillo y le encantó, por lo que decidió establecerse y compró un terreno con una edificación de madera, como eran en ese tiempo la mayoría de las construcciones de nuestra ciudad, en una de las zonas más estratégicas comercialmente, sobre la calle principal.
Ahí abrió una tienda de abarrotes, tlapalería, que vendía algunas pocas cosas de ferretería también, a la que denominó “La Bola de Oro”, que a 98 años todavía existe en el Centro Histórico.
Hay que señalar que cuando el señor Naitoh llegó, no hablaba una sola palabra de español, en los años 30 vino del Japón a ayudarle un sobrino Orinoshi Adachi Naitoh y al llegar a esta tierra, le encantó, también decidió quedarse, empezar aquí una nueva vida y formar una familia, lo que hizo al lado de su esposa la señora Rosa Koyama.
La gente de edad avanzada edad en Manzanillo identifica a este negocio como “La Tienda de Naitoh”, mientras que la gente más joven, se refieren a ella como “La Ferretería de Adachi”.
Orinoshi, quien era originario del estado de Hyogo Ken, cerca de Kyoto, adoptó en nuestro país el nombre de Guillermo Adachi Naitoh, como en adelante se le conoció. Al igual que su tío, cuando llegó no hablaba español, lo aprendió sobre la marcha. Cuando el negocio se fue enfocando hacia la ferretería, cambió su nombre a “Ferretería Pacífico”. También vendieron algunos artículos de pesca, ya que esta era una actividad que le encantaba al señor Guillermo, quien fue uno de los socios fundadores del Club de Pesca de Manzanillo, en el que participaba año con año a bordo de su embarcación “La Cruz del Sur”.
Durante el período de la Segunda Guerra Mundial, al declararle México la guerra a las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón), por presiones de los Estados Unidos y alegando motivos de seguridad, los ciudadanos inmigrantes alemanes, italianos y japoneses fueron concentrados en las grandes ciudades como Guadalajara, la Ciudad de México y Monterrey, donde tenían que acudir cada sábado a firmar ante la Secretaría de Gobernación.
Tras esa temporada, algunas familias de alemanes y japoneses que vivían en nuestro puerto, prefirieron quedarse a vivir allá, otras optaron por regresar a sus países de origen. Es por eso que algunas antiguas familias destacadas de alemanes y japoneses ya no permanecen aquí. Pero al señor Guillermo le gustaba tanto Manzanillo, que no lo dudó ni pensó dos veces, en cuanto el conflicto global acabó, regresó de inmediato a nuestro puerto, para volver a hacerse cargo del negocio.
El señor Naitoh, su tío, decidió junto a uno de sus hijos irse a probar fortuna a Ciudad Guzmán, Jalisco, abrir allá una nueva tienda, similar a la de Manzanillo, por lo que a partir de entonces, “Ferretería Pacífico” queda a cargo del señor Adachi.
Durante el embate del ciclón de 1959, ahí lo aguantaron y quedaron indemnes, con sólo algunas tejas del techo voladas. Ellos vivían en la parte superior de su negocio, que con el tiempo, fue ya de material. Era un excelente lugar, pues enfrente se localizaba el Mercado de Abastos “Reforma” y a sus espaldas, el Mercado de Comidas “Los Agachados”. Por cierto, uno de los hermanos del señor Adachi abrió un negocio similar al de Manzanillo en Nayarit, que hasta la fecha sigue existiendo.
Alrededor de 1980 “Ferretería Pacífico” cambia su nombre al actual “Ferretería Adachi”. Por ese tiempo, el negocio se divide en dos, la “Refaccionaria Adachi” y la “Ferretería Adachi”, atendidas por dos hijos de Don Guillermo y Doña Rosa. Cada año, cuando se podía, o cada dos, iban a visitar su tierra natal, Japón.
A pesar de haber concursado tanto, Don Guillermo ganó muchos premios, pero nunca el primer lugar del torneo internacional de pesca. El torneo de pesca infantil, en reconocimiento a sus méritos y esfuerzos en pro de la pesca deportiva, lleva el nombre de “Guillermo Adachi Naitoh”. Manzanillo no lo olvida.
“Ferretería Adachi” es uno de los negocios más antiguos de la ciudad, que nunca ha cambiado de domicilio desde 1929, hace 94 años, cuando nuestro puerto era muy pequeñito.