OPINION

GENIO Y FIGURA  / FRANCISCO BUENROSTRO

De mirada transparente, honesta, que genera confianza, pero con un dejo de nostalgia que delata el infierno que vive desde hace 13 años, cuando su hijo Pepe desapareció, llevando a esta mujer, enfermera de profesión, a comenzar una búsqueda que la ha llevado a encabezar la lucha de miles más, que sufren la misma tragedia. Doña Lupita Aguilar, presidenta y fundadora de la ONG FUNDEJ (Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos en Jalisco) me concedió hace ya casi dos meses, el Día del Niño, precisamente, una entrevista que me interesaba mucho realizar In Situ, no en la cabina de radio, donde transmito mi noticiero diariamente.

Por eso es que me citó a las afueras del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, donde todos los martes, por la mañana, se reúnen para apoyarse mutuamente y unir sus oraciones en una sola voz los más de 200 miembros de su colectivo, aunque, como ella misma indica, son cerca de 50 los que nunca faltan, que participan en todas las actividades de FUNDEJ.

Como contexto, les comento que la señora Lupita tomó gran notoriedad, sobre todo, después de que la ONG que fundó se hizo acreedora al Premio de Derechos Humanos Rey de España, que recibió de manos del propio Rey Felipe VI y que se entrega cada dos años, incluyendo un monto económico de 25 mil euros. Al respecto, doña Lupita admitió que el premio resulta un abrepuertas para continuar con su labor, siendo, desde entonces invitada ya a tres eventos de carácter internacional, para hablar de la organización que dirige, visibilizando así su lucha y permitiéndole que se escuche su voz más allá de las fronteras, para que se conozca la verdadera dimensión del terrible problema que se vive en nuestro país, en materia de desapariciones.

Algo que siempre se me quedará grabado de esta charla es que cuando le pregunté a doña Lupita “¿Qué era lo que la movía a seguir adelante en su incansable búsqueda?”, me contestó de inmediato “el amor, el amor por mi hijo” y es que, en medio de su fortaleza y valor, refiere que su mayor temor es llegar a morir sin saber qué le pasó a su hijo, aunque admite que la posibilidad de hallarlo con vida es ya muy poca dice que, al menos, quisiera saber qué le sucedió y encontrar su cuerpo para poderle dar cristiana sepultura.

Y es que para la fundadora de Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos en Jalisco la esperanza nunca se debe de perder y, aunque no le desea a nadie que le pase lo que a ella y a los demás miembros de su colectivo, sí pide mayor empatía, sobre todo de las autoridades que señala no están capacitadas, en su mayoría, para atender el tema.

Lo cierto es que, tras esta charla, me quedó algo muy claro, doña Lupita afirma que sólo un milagro le permitiría encontrar a su hijo con vida, pero, como le dije, luego de que diéramos por terminada la entrevista, ella misma es un milagro, un faro de luz para muchas personas que también buscan a un ser querido y que encuentran en esta extraordinaria mujer una razón para no darse por vencidos, para no perder nunca la esperanza.