LA LANCHA PILOTO, UNA RELIQUIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL EN EL CENTRO DE MANZANILLO
En la zona de La Perlita, en el centro de Manzanillo, se encuentra La Lancha Piloto, una reliquia de la época de la Segunda Guerra Mundial y más propiamente del bando alemán, cuando lo más creíble sería que, en caso de haber algún vestigio de ese conflicto internacional en el que México participó, sería norteamericano, ya que este país nos es cercano, como nuestro vecino del norte.
En la Segunda Guerra Mundial, México en un inicio permaneció neutral, hasta que esta postura se tornó insostenible y tuvo que declararle la guerra a los países del eje (Alemania, Italia y Japón), aunque hay que decir que en Manzanillo hubo simpatías notorias a estos, pero en forma particular. En parte quizá se deba a que en el desarrollo de Manzanillo participaron muchas apreciadas familias de inmigrantes alemanas y nipones.
A veces se piensa que este conflicto nos fue ajeno como país y más en el caso de Manzanillo, ya que por la época en que aquello ocurrió, en Manzanillo aún no había la importancia portuaria, ni turística, ni industrial que ha tomado más recientemente; pero tampoco debemos soslayar que, desde siempre, hemos mantenido una posición geográfica estratégica, que no es ajena a los intereses de las grandes potencias extranjeras.
Hay que añadir que la mayor parte del conflicto bélico se desarrolló en tierras del continente europeo, aparte de algunos sitios del Pacífico, como Japón, Filipinas y algunas islas de Oceanía, pero muy lejos de las costas mexicanas. La participación de nuestro país en la Gran Guerra, se concretó al envío del Escuadrón 201, que fue comisionado al servicio en el teatro del Pacífico, principalmente para combatir de forma aérea en Filipinas y Japón, junto a las fuerzas conjuntas de los llamados países aliados; es decir, los opuestos a las naciones del Eje.
En la Segunda Guerra Mundial ocurrió un hecho en nuestro puerto de Manzanillo y aunque su importancia no fue decisiva, es un hito importante para la ciudad que no debe pasar inadvertia. Los guías de turistas deben contemplar esta historia en sus recorridos y debe aparecer en las guías y folletos que se entregan a los visitantes en las oficinas y módulos de turismo, sobre todo en las temporadas altas anuales.
Caminando de El Tajo hacia la plaza de La Perlita, pasando la desembocadura de El Túnel que conecta el Mar con la laguna, se alza un monumento inusual, que consiste en una lancha preservada como testimonio histórico de un hecho ocurrido en Manzanillo.
Este es un paso casi obligado para los turistas que llegan a nuestro destino a través de los cruceros, ya que el punto de arribo a Manzanillo se encuentra muy cercano, en lo que anteriormente fue conocido por muchos años como el Muelle Fiscal y hoy se conoce como la Terminal de Cruceros.
Por esta zona de La Perlita entró y salió por muchos años la lancha Piloto para dar servicio a las embarcaciones que arribaban a nuestro puerto.
La lancha en cuestión, colocada sobre un pedestal para apreciarse mejor, se trata de una réplica armada por algún artista, con la intención de crear un símbolo de nuestra vida siempre ligada al Mar. No, fue una embarcación que verdaderamente tuvo uso marítimo, al servicio de la armada germana.
Este monumento, conocido como Lancha Piloto, fue un bote salvavidas del buque mercante Havilland, de bandera germana, el cual se refugió en nuestra bahía, donde fue vigilado por las tropas a bordo del acorazado norteamericano Eerie. Estos datos nos revelan que estuvo a punto de explotar una batalla entre las embarcaciones norteamericana y alemana en la bahía de Manzanillo, en la que los cañonazos hubieran causado repercusiones severas a la ciudad.
Pero el Havilland se escapó durante una noche oscura, gracias a que apagaron todas las luces a bordo y pusieron unas potentes luces a bordo de esta lancha, la Piloto, que dejaron abandonada a un costado de donde se encontraban, para confundir a quienes les custodiaban. Así partieron muy lentamente, sin que los norteamericanos se dieran cuenta de su fuga.
Podemos imaginar sin temor a equivocarnos que al otro día, al clarear el alba y darse cuenta el personal del Eerie a cargo de su guardia de la estratagema tan ingeniosa en la que habían caído, sufrieron un gran desencanto, además de haber sufrido alguna sanción militar por su descuido; mientras que la euforia entre la tripulación de El Havilland cundía, mientras se felicitaban unos a otros por su hazaña. También por este bando debieron haber premios, condecoraciones y ascensos por tan arriesgada e inteligente maniobra de evasión, que dejó a los norteamericanos en Manzanillo con un palmo de narices, avergonzados y humillados en su barco Eerie.
Esta lancha estaba muy bien construida, por lo que en 1942, ya terminado el conflicto bélico internacional, luego de que el Capitán Juan Abaroa, piloto de puerto en Manzanillo le hiciera algunas pequeñas transformaciones útiles para el servicio de pilotaje local, esta le dio ahora un gran apoyo a las labores de los capitanes de la delegación manzanillense, durando 58 años en activo, acabando su compromiso con el Mar en el ya cercano año del 2000, más exactamente en el mes de enero.
Dada su importancia histórica de inmediato se decidió convertirla en un monumento para que las nuevas generaciones conocieran su historia, por lo que luego de dársele un tratamiento integral para preservarla, se colocó en abril de ese mismo año 2000, sobre una base elevada sobre el paseo Espíritu Santo, al frente de las oficinas de la delegación del sindicato nacional de pilotos de puerto en Manzanillo en donde tan útil fue por tanto tiempo, acción encabezada por parte de los capitanes en servicio José Luis de los Santos, Gilberto Orozco, Jesús Morales González y Jesús Salas Benítez.
Su presencia, imponente y casi legendaria, contribuye a embellecer este paseo, convertida en un atractivo turístico más de nuestra ciudad. No son pocos los turistas nacionales e internacionales que a diario, durante las temporadas altas de afluencia de visitantes, se toman fotos junto a la Piloto, algunos incluso trepados a su pedestal.
Lo triste del caso, es que la historia que hay detrás de esta lancha alemana, relacionada con un episodio de la Segunda Guerra Mundial que transcurrió en nuestra ciudad y puerto, sigue siendo muy poco conocida, por lo que es necesario difundirla más, para que propios y extraños la admiremos y valoremos por todo lo que representa.
Esperemos que eso cambie y esta se convierta en una historia popular, más allá de la plaquita de identificación que tiene el monumento, recuerdo de un hecho interesante de la Segunda Guerra Mundial en Manzanillo.