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“LAS MUJERES DE SAL”, GUERRERAS QUE SE ENTREGAN PARA CONTRIBUIR EN EL SUSTENTO FAMILIAR

En Colima existen grandes guerreras, mujeres luchonas, que son todo corazón y se entregan para contribuir en el sustento familiar y sacar adelante lo más preciado que tienen sus hijos, madres incansables que cada día se ocupan por darles una mayor estabilidad de vida a sus hijos, sin importar cansancio, hora de trabajo enfermedad o sacrificios, que se esfuerzan y luchan en condiciones iguales a muchos hombres y algunas veces superando a éstos.

Un claro ejemplo de ello, son “Las Mujeres de Sal”, tenaces y artistas naturales que elaboran sal artesanal en la salinera de Cuyutlán, integrantes de la Sociedad Cooperativa de Salineros de Colima, S.C.L., quienes además de ser trabajadores ejemplares, son personas nobles, admirables y amables con la gente que visita su centro de trabajo y dispuestas a relatarnos cómo son sus días laborando

María de los Lourdes Escamilla, primera mujer productor de sal, con 30 años en esta actividad, madruga a las 4:00 de la mañana para sacar el producto al asoleadero en una carretilla que supera los 120 kilogramos, después de terminar ceba las eras para que durante el día se forme la sal con los intensos rayos del Sol y por la tarde se va a pizcar el producto de este esfuerzo diario, para otro día muy de madrugada a sacar nuevamente el conocido “oro blanco” que generan las salinas, patrimonio cultural de estado de Colima.

Lourdes, con un suéter de manga larga, paño sobre la cabeza y una gorra para mitigar el fresco de la mañana y por la tarde del Sol, revela que “este trabajo es pesado, pero me ha dejado la gran satisfacción de unirnos más como familia”, mientras se sacudía los residuos de sal que traía en las manos, pero con el rostro iluminando; se le se ve la esperanza de seguir adelante, pues realiza su faena junto a su esposo Jesús García y su hijo Emmanuel, quienes al final de la zafra producen entre 230 y 240 toneladas de sal.

En otro espacio con la actitud enjundiosa se encuentra Angélica Pérez, quien tiene 15 años laborando en la producción de sal artesanal, expuso que junto con su esposo llegan entre la 1:00 y 2:00 de la madrugada para iniciar actividades.

Señaló que le gusta esta actividad y su trabajo lo hace con gusto, “lo mejor es que como familia salimos más fácil adelante con los gastos de hogar, es mejor para los dos”. Sobre las toneladas de sal artesanal que cosechan durante la zafra dijo que es un aproximado de 250 toneladas.

La señora María Elizabeth Salazar, madre de tres hijos, quien con voz entrecortada y con cierto dejo de cansancio que se refleja en su rostro, pero que no por eso paraba de trabajar, dijo que para apoyar a su esposa en las salinas deja a sus pequeños encargados, porque “solamente juntos podemos salir adelante y estar mejor, con todo y que este trabajo es pesado, pero es bonito -a la vez que deja escapar una sonrisa- y nos alienta a seguir adelante por el bien de nuestras familias”.

María Esther del Pilar Fierros, otra madre trabajadora, quien se encontraba pizcando sal, dijo sentirse muy a gusto trabajando durante los últimos 13 años en esta actividad, indicó que “empezamos a las 4:00 de la mañana, trabajamos un promedio de cinco horas seguidas y regresamos a las 4:00 de la tarde a la pizca”, señalando también que los tiempos son difíciles, por lo que no puede dedicarse solamente al trabajo del hogar y deben salir en pareja a buscar ingresos para poder sostener a los hijos.

Ellas son cuatro guerreras de sal que trabajan incansablemente para apoyar la economía del hogar y darles un mejor futuro a sus hijos, que combinan sus labores en la zafra, que dura alrededor de cuatro meses, con las tareas del hogar, el cuidado y atención de los hijos, madre de familia que aman su trabajo, aman a sus hijos, para quienes no hay días festivos, ni festejo del Día de las Madres.