PARA EL CAMPO COLIMENSE, EL FRUTO QUE SE CAMBIÓ POR EL PLÁSTICO: EL BULE
Ya casi no se ven las plantas que producían un fruto que todo trabajador usó antes de que el plástico nos invadiera, planta que poco se da de manera natural en cualquier potrero, sin necesidad de sembrar sus semillas, abundaban de manera generosa.
El Bule es un fruto de una enredadera, cuya forma puede ser lobular, acinturada o muy estirada, es de la familia de la calabaza; también es conocido como #Guaje o #Tecomate en otros estados.
En la actualidad, ya está en desuso para muchos por la invasión del plástico, pero ese fruto no comestible lo aprovecharon nuestros abuelos, bisabuelos y sabrá Dios cuántas generaciones anteriores a ellos lo usaron también.
Cuando el fruto alcanzaba unos 30 centímetros de longitud se cortaba y se necesitaba de 4 a 5 meses para el proceso de secado, al cual se le extraía las semillas y pulpa de manera cuidadosa, y también lleva un proceso de «curado».
Antes de que llegaran los nuevos y «modernos» galones de plástico, generalmente era usado por los que trabajaban en el campo para llevar el agua que tomaban durante el día, ya que se conserva fresca.
El tapón es un pedazo de olote que se metía a presión para sellar bien la entrada y le añadían un ixtle o mecate para llevárselo en el hombro.
Y en las casas las mujeres lo utilizaban como jícaras para lavar la ropa y para guardar las tortillas recién sacadas del comal. Dependiendo el tamaño, se cortaba la parte inferior del bule.
En la actualidad, los únicos (y ya muy pocos) que le dan uso a los bules son los que venden tuba. Por el tamaño le denominan balsas. También alguno que otro comercio lo vende como artesanía. Parece que esta planta podría desaparecer en pocos años… Las futuras generaciones sólo lo conocerán por foto, no hay que dejar de perder esta semilla.
Heriberto Morales Santacruz
Fuente: La historia de Colima