POBREZA Y DERECHOS HUMANOS
Por Ángel Durán
Uno de los temas preocupantes a nivel mundial, es la enorme cantidad de pobreza y pobreza extrema en las que están involucrados los seres humanos, y México no es la excepción, todo esto se traduce como consecuencia, en la violación a sus derechos, ¿por qué? porque si la persona no tiene lo mínimo para alimentarse, se afecta todo su entorno familiar; organismos internacionales han advertido a los países miembros de la ONU, que fomenten políticas públicas para combatir la pobreza extrema y la violación a derechos humanos.
¿Cuál es el motivo de la pobreza? Pues, es la mala distribución de la riqueza, no hay reglas claras sobre el ingreso que producen los recursos naturales que se obtienen en cada país, y menos que se haga para beneficiar a la sociedad, en muchos de los casos, son destinados de manera errónea y esto genera desigualdad.
Imagínese usted, México está considerado como uno de los países con mayor riqueza, pero ¿cómo es posible que, siendo rico, es un país con habitantes pobres? Las causas es la mala organización administrativa que se obtiene de los recursos naturales, la gran cantidad de corrupción e impunidad que nos cubre como manto nuboso, los mexicanos siendo dueños de los recursos naturales no se ven beneficiados, y por eso la pobreza provocando que comunidades enteras no se desarrollen, siempre están sometidos, viven al día y en muchos de los casos carecen de los servicios básicos, esto es algo grave que no debiera estar ocurriendo, pero sucede, es importante que los estados administren los recursos con un fin social y no se aprovechen de ellos a nivel de grupos o élites de poder.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos acaba de rendir el informe sobre pobreza y derechos humanos en las Américas 2017, y establece cifras muy crueles, los estados no están cumpliendo como órganos administradores de la riqueza, riqueza que no es de ellos, es del pueblo, están tomando los recursos naturales como si fuera una empresa privada, el producto del ingreso por la explotación no está destinándose a las necesidades más elementales del pueblo, se están desviando y eso es producto de la decadencia de una democracia mal aplicada.
En un capítulo especial, señala que como consecuencia de esta degradación social, se incluye la ineficacia de los sistemas de justicia, un problema que lesiona todavía aún más a las clases más necesitadas, la justicia ya no garantiza el derecho mínimo, que tiene cada persona para subsistir, los tribunales cuando conocen demandas por la falta de políticas públicas para erradicar la pobreza, no tienen fuerza para hacer cumplir sus sentencias y en muchos de los casos ni siquiera se animan a dictarlas, porqué, pues porque le llaman la atención o corren al que lo haga, es un círculo vicioso en el que se ha metido al sistema judicial, tampoco el estado emite directrices que sirvan para tratar erradicar la pobreza y esto se traduce en una violación generalizada a los derechos humanos en masa, porque ¿de qué sirve exigirle a las instituciones que tienen el deber de proteger los derechos humanos de los servicios básicos para la población, si los tribunales no tienen la fuerza suficiente para hacer cumplir al estado este deber que tiene?, de nada, cada vez más, los tribunales se ven mermados y sin autoridad frente a los estados.
¿Qué hay que hacer? Tenemos que armarnos de valor para exigir a los tribunales de justicia, que haya respeto y que ellos con sentencias ayuden a combatir la pobreza, que se emitan leyes y que éstas sean aplicables para pedir una mejor distribución de la riqueza, pero también es urgente exigir al estado que emita programas y políticas públicas para combatirla pobreza así como que también todas las familias tengan lo mínimo para subsistir; basta ya que los tribunales de justicia solo estén de papel, necesitamos un verdadero sistema judicial que haga respetar los derechos.