¿QUÉ SIGUE? ¿ELEGIMOS A LOS NOTARIOS?
Carlos M. Hernández Suárez
Un juez o un notario no están ahí para “caerle bien” a la gente. A menudo se aíslan, socializan poco, porque sus decisiones no deben empañarse por afectos personales. La ciudadanía tiene que convencerse de que un juez que decidirá sobre su caso no tiene conflictos personales. Un verdadero juez se dedica al estudio de las leyes, a mantenerse actualizado. Su vida no es fácil, y la de su familia tampoco. El ser humano es gregario por naturaleza, pero un juez debe limitar ese tipo de interacciones. Su vida social debe ser muy modesta.
Elegir a los jueces los obligará a ser populares. A darse a querer, a prometer, a entrar al mercado de la popularidad.
Entiendo que hay problemas de corrupción en el poder judicial, como en el legislativo. Pero a menudo escucho que el motivo de la reforma es la tremenda corrupción del poder judicial. Un caso más en el que detectamos el problema, pero la solución es incorrecta. ¿Por qué no reforzar, por ejemplo, el Consejo de la Judicatura, ese sistema que vigila el actuar de jueces y magistrados?
Me pregunto si lo próximo será la elección de los Notarios, que al igual que los jueces, deben ser imagen de sobriedad, veracidad y justicia.
Abrimos otra caja de Pandora. Otra vez.