RECORDANDO A MI HERMANO ENRIQUE SALAZAR ABAROA
Por Miguel Salazar Abaroa
Conocido por el apodo familiar de El Plateado debido a las canas que, como se puede ver en la secuencia fotográfica que publicamos en primera plana, no fueron tan prematuras como muchos suponían, nació el 6 de marzo de 1952, en forma accidental en Coquimatlán. Ahí sus padres, Enrique Salazar Carrillo y América Abaroa Zamora (quien llegó a ser diputada federal por un partido de izquierda), tenían un rancho. Pero toda su vida transcurrió en Comala, a donde retornó siempre tras sus estancias por razones de trabajo, de placer o de estudio, en la ciudad de México, diversas partes de la República o el extranjero. En Comala se le identificaba como el propietario del rancho Bucaramanga, en la salida a Villa de Álvarez, donde hoy funciona el centro botanero que fue pionero en presentar variedad musical. Y de otro restaurante en el portal. Se le conocía también como el dueño de una casona tradicional que muestra, a través de las ventanas que dan a la calle, su magnífica biblioteca. Y comenzaba a ser renombrado por el chalet que construyó en un predio denominado, con justa razón, La Chingada, donde Enrique conservaba su cava, auténtica enoteca. Casado con María Noriega Campero, hija del gobernador Arturo Noriega Pizano, quien estaba en funciones cuando la pareja de novios tuvo que sortear los obstáculos que representaba para su dicha el conflicto que el futuro suegro de Enrique, en esa época nada menos que el dirigente de la Federación de Estudiantes Colimenses, tenía con la Universidad de Colima. El matrimonio tuvo tres hijos, de los que sobreviven dos. Aunque interrumpido por esa razón su ciclo en la FEC, Salazar Abaroa tejió su propia leyenda en esa organización como uno de los luchadores más combativos por la causa estudiantil. Presidente de la sociedad de alumnos en la secundaria de Comala y del bachillerato vespertino, fue secretario de Organización y presidente de la Federación entre 1974 y 1975. Fundó el programa de servicio social Universidad al pueblo. Y hablaba con mucho orgullo de su papel como miembro constituyente del Consejo Paritario en la Universidad de Colima, el primero en el que los alumnos tuvieron el mismo número de asientos que los profesores. Enrique continuaría sus estudios en la Universidad Autónoma Metropolitana, donde cursó la licenciatura en Derecho. Hizo una maestría en Administración Pública en el INAP, y el posgrado (maestría y doctorado) en Derecho en la Universidad Nacional. De acuerdo a su ficha en Quién es quién en Colima, de Juan Oseguera Velázquez, Salazar Abaroa comenzó su carrera en la administración pública trabajando en la Secretaría de Comercio, en la que ocupó diversos cargos directivos. En el senado de la República, fue secretario particular de Socorro Díaz Palacios, y continuó cerca de ella cuando ella aspiró a la candidatura del PRI a la gubernatura de Colima, en el proceso interno de 1991 en que resultó electo Carlos de la Madrid. Desde que José Francisco Ruiz Massieu era subsecretario de Planeación en la SSA, Enrique fue su asesor. Y cuando el malogrado político (asesinado en 1994 cuando, como secretario general del CEN del PRI, se preparaba para coordinar la bancada tricolor en la Cámara de Diputados) era gobernador de Guerrero, El Plateado fue delegado del ISSSTE en ese estado y luego representante de la Secretaría de Pesca. Fue más tarde delegado regional de la Conasupo en la región del Istmo de Tehuantepec, consejero del Banco de Crédito Rural en esa franja que abarca tres estados, y luego regresó a Colima para fungir como presidente ejecutivo del INAP, cuando el presidente del Instituto Nacional de Administración Pública era Raúl Salinas Lozano, padre del futuro presidente de la República y ex suegro de Ruiz Massieu. Más adelante fungió como gerente general de Diconsa en los cinco estados del centro-occidente de México, con base en Guadalajara. Y regresó a Colima para ser el primer delegado del Infonavit. Al reincorporarse a la vida política del estado, Enrique Salazar todavía militaba en el PRI. Para ese partido había sido delegado del MNJR (el sector juvenil) en Nuevo León y Guanajuato, delegado de la CNOP en Nuevo León y delegado del CEN del PRI en el Estado de México. Mientras la entidad se debatía entre la candidatura a gobernador de Fernando Moreno, por parte del PRI, y la de Enrique Michel, postulado por el PAN, Salazar Abaroa decidió pasarse a las filas del Partido de la Revolución Democrática. Llegó a ser diputado local en la LII Legislatura (1997-2000) del Congreso local de Colima. Y más tarde se desempeñó como subsecretario del CEN del PRD. En los tiempos recientes era asesor de la bancada del sol azteca en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Desde muy joven escribió columnas de análisis político en periódicos como, El Mundo desde Colima, Novedades de Acapulco, La Voz del Sureste y El Financiero. En años recientes publicó en Diario de Colima y últimamente en Diario Avanzada y en Ecos de la Costa. Publicó al menos tres libros: una compilación de Porrúa con textos aparecidos en el suplemento El Gallo de El Día; La Contaduría Mayor de Hacienda hacia un Tribunal Mayor de Hacienda, editado por el INAP en 1988, y Derecho Político Parlamentario. Principios, valores y fines, editado por la Cámara de Diputados, que recupera el trabajo de Salazar Abaroa en la 52 legislatura del estado de Colima y es consecuencia de su tesis doctoral.