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SAN CAYETANO, EL ÚLTIMO POPULAR BALNEARIO DEL QUE DISFRUTÓ LA GENTE DE COLIMA Y VILLA DE ÁLVAREZ

San Cayetano fue durante la década de los 60 y parte de los 70, un muy popular balneario para la gente de Colima y Villa de Álvarez, propiedad del profesor Lucas Huerta Dueñas, quien a principios de los 60 mandó construir otra alberca moderna, ya con azulejos, trampolines, chapoteadero, juegos, de todo, que fue la sensación, le puso, anexo, un pequeño edificio de dos pisos con vestidores y baños, mismo desde el que, aprovechando la altura de su cornisa y de su azotea se lanzaban de brincos o clavados los bañistas.

Ahí es donde se hacían los banquetes, cuando venían a Colima, los presidentes de la República, los candidatos y otros grandes políticos.

Narra el señor Lucas Huerta Sánchez, hijo del último dueño de San Cayetano, quien comenta que cada domingo toda la familia reconocía ahí. “Mi papá tenía algunos empleados y se atendía a toda la gente que iba”.

Comenta que después de que se casó, “me fui a vivir allá, pagándole renta a mi papá y deseando mejorar el negocio, me asocié con varios amigos como Rafael Comparán, por ejemplo, pusimos un centro botanero, restaurante familiar. Metíamos conjuntos musicales, hacíamos tertulias, pero lo que pegaba era la botana y estuvimos así hasta que mi padre decidió vender”.

“San Cayetano era un terreno de 14 hectáreas con propiedad directa, con 10 más de tierras federales, de las que se disfrutaba, por ser orilla del río, como concesión y estaba tan lleno de árboles y plantas tropicales que yo me daba el lujo de ir de cacería allí”.

Señala que “ahora casi nadie sabe que antes de que fuera de nosotros, el espacio era requerido por políticos, por gobernadores, militares de alto rango, gente rica, para hacer lo que querían, con dos o tres mujeres por las noches, para cosas privadas, dónde esconderse, llevando sus guardaespaldas o soldados. En ese sentido supe que hubo unos procuradores que eran siempre los que llevaban en secreto una especie de casa de citas del propio gobierno y cuando venían secretarios de Estado, políticos de alto nivel, ahí los llevaban, con las mejores mujeres de fuera. Era su recibimiento… Son cosas privadas de las que nadie dice”.

El señor Lucas Huerta Sánchez estuvo al cargo de la administración del negocio durante los últimos años que funcionó como tal.

En los años 80 la propiedad fue vendida a un señor de apellido Lares de Guadalajara, pero “ahora ya todo eso se ha ido fraccionando y todo cambió”.