TONALTEPETL – 16 DE FEBRERO 2022
Gustavo L. Solórzano
Hacer amigos en la vida, es invertir en un bien total, mi abuela decía que “más vale un amigo que un peso en la bolsa.” Ciertamente los amigos son como hermanos, aunque los hermanos no sean como amigos. Amar a los amigos es lo más sencillo del mundo, se integran en nuestra vida y están ahí, aun cuando no nos demos cuenta, aun cuando no los llamemos saben estar cerca nuestro, en silencio y esperando el momento de intervenir para arroparnos. Recuerdo con gratitud a mis amigos de infancia, a quienes fueron compañeros de escuela y de barrio, muchos se han ido físicamente, aun cuando su recuerdo permanece intacto.
La verdadera amistad nos lleva a construir, nos unifica y nos integra. Muchas personas se vuelven familia con el tiempo y su amistad nos fortalece, nos ayuda para seguir creciendo.
Alguien comentó que había diferentes tipos de amigos, aun cuando respeto esa opinión, sostengo que no, los amigos son o no son. No existe mejor parámetro para determinar el valor de una amistad que los hechos, es en donde la amistad se demuestra, diría Alberto Cortés, “amigos y nada más, después, la selva”.
Nuevas investigaciones dan a saber que los buenos amigos son medicina para el alma, que los abrazos son curativos y que más, los de nuestros queridos amigos. Jesús hace de los apóstoles, sus amigos. Los escoge hombres de bien y no se equivocó cuando eligió a ninguno, pues cada uno de ellos tenía una misión que cumplir. Al margen de la distorsionada y limitada historia que cuentan las iglesias, en Judas recae la responsabilidad más grande en la vida de Jesús, incomprendida hasta hoy, por cierto, su participación.
Hoy los Judas se multiplicaron así, de manera tergiversada, los Caines y otros nombres que huelen a traición. Insisto, situaciones distintas, programas de acción distintos, los que mueven la acción del Iscariote a quienes desleales en nuestro presente, son émulos pueriles de esa época. Finalmente, leales o no, todo en la vida es para aprender y seguir creciendo, y aquellos que traicionan la amistad, son también nuestros grandes maestros.
Hoy la reciprocidad se ha convertido en una necesidad invaluable, pues si bien es cierto, los verdaderos amigos nada esperan, necesario es también que reciban por lo menos, lo mismo que nos dan.
Gracias a las buenas relaciones laborales, nacen también las buenas amistades, los noviazgos y hasta los matrimonios. Todo empieza ahí, en una buena relación, sin ello no se avanza o todo queda en una fría comunicación protocolaria. Interinstitucionalmente, es en extremo importante que exista una buena relación para alcanzar mayores logros en bien de la ciudadanía. Cosa que lamentablemente no siempre sucede y con ello, se da al trasto con la imagen de quienes nos representan, pues muchos servidores sombrean sus acciones bajo las siglas de su partido y se olvidan que se deben a una sociedad que paga por ellos. Pero esa, esa es otra historia.
ABUELITAS:
Del latín superbĭa, la soberbia es definida por la Real Academia Española (RAE) como el apetito desordenado de ser preferido a otros. El concepto puede asociarse a la altivez, el engreimiento, la presunción y la petulancia. La soberbia implica la satisfacción excesiva por la contemplación propia, menospreciando a los demás. El soberbio se siente mejor y más importante que el prójimo, a quien minimiza de forma constante. Por eso se comporta de manera arrogante y suele generar rechazo entre el resto de la gente. Es cuánto.