OPINION

TONALTEPETL – 2 DE JUNIO 2022

Gustavo L. Solórzano

La mayoría de las enfermedades entran cuando usted no está presente en su cuerpo. Cuanta más conciencia trae al cuerpo, más fuerte se vuelve el sistema inmunológico. Al cuerpo le encanta la atención que usted le presta. Es como si cada célula despertara y se alegrara, es también una potente forma de autocuración. No sólo nuestro sistema inmunológico físico se fortalece; también nuestro sistema inmunológico psíquico se refuerza enormemente. Este último nos protege a usted, a mí y a todos, de los campos negativos mentales y emocionales de los demás, mismos que son muy contagiosos, la energía también contamina.

Habitar, estar en plena conciencia de su cuerpo, lo protege a usted por medio de elevar la frecuencia vibratoria de todo su campo de energía, de modo que todo lo que vibra a una frecuencia más baja como el miedo, la ira, la depresión, etcétera, existe ahora en un nivel de realidad virtualmente diferente. Ya no entra en su campo de conciencia o si lo hace, usted no necesita ofrecerle ninguna resistencia porque pasa derecho a través de usted. Hay una meditación de autocuración simple, pero efectiva, que hoy quiero compartir, a petición de mis amables leyentes. Siempre que necesite elevar su sistema inmunológico, esta sencilla meditación es particularmente efectiva, si la usa cuando siente los primeros síntomas de una enfermedad, pero también funciona con enfermedades que están ya arraigadas si la practica frecuentemente con una concentración intensa.

Meditar permite contrarrestar cualquier perturbación de nuestro campo de energía por alguna forma de negatividad. Sin embargo, no es un sustituto de la práctica diaria de estar en el Ser; de lo contrario, sus efectos serán sólo temporales. Claro está que la visita al médico, una sana alimentación y actividad física acorde a su edad, son el complemento perfecto y sobre todo, armonía en su vivir.

Cuando usted no esté ocupado durante algunos minutos, cierre los ojos, acuéstese sobre la espalda e “inunde” su cuerpo con conciencia. Escoja diferentes partes del cuerpo para enfocar su atención: piense, dese cuenta de las manos, los pies, los brazos, las piernas, el abdomen, el pecho, etc. Sienta la energía vital en esas partes tan intensamente como pueda. Permanezca con cada parte quince segundos más o menos. Incluso, con el beneficio de la tecnología puede usted grabar en su celular una sencilla guía y seguirla, acompañado de música.

Después, deje que su atención recorra su cuerpo como una ola, unas cuantas veces, desde los pies a la cabeza y en sentido contrario de nuevo. Esto no requiere más de un minuto. Luego, sienta el cuerpo interior (la presencia) en su totalidad, como un único campo de energía. Mantenga esa sensación durante unos minutos. Esté intensamente presente durante ese tiempo, presente en cada célula de su cuerpo, apóyese con su respiración consciente. No se preocupe si la mente logra ocasionalmente arrastrar su atención fuera del cuerpo y usted se pierde en algún pensamiento, es natural. En cuanto note que ha ocurrido esto, simplemente vuelva su atención al cuerpo interior. Si llega el sueño fisiológico está bien, paso a paso ira dominando la técnica. Le será de mucha utilidad en el ajetreo de nuestro presente.

ABUELITAS:

Fue mi maestro de sexto grado, era alto y fornido, hombre de rostro serio, pero de corazón noble. En grata coincidencia, lo nombraron director de la secundaria a lo que yo asistí. Fue un servidor público intachable y comprometido con su responsabilidad docente y jurídica. Buen vecino, buen esposo, padre y amigo. Hace unos días cumplió su ciclo vital y desde estas líneas agradezco sus enseñanzas.

Siendo director, el maestro Jaime entró a la cafetería de Doña Afra, ahí estaba un maestro comprando una torta Con tono imperativo en su voz, el maestro Jaime le dijo ¡Órale, a su casa!”, el maestro con la sorpresa dibujada en su rostro y con voz muy suave, le respondió, “Solo estoy esperando mi torta y me retiro director”. La espontanea carcajada del maestro Jaime situó en su realidad al docente, quien hasta ese momento se dio cuenta de que el mensaje no era para él, sino para un joven que se encontraba a sus espaldas. 

Descanse en paz Jaime Enríquez Casillas, ameritado maestro colimense, forjador de muchas generaciones. Es cuánto.