OPINION

TONALTEPETL – 4 DE NOVIEMBRE 2021

Gustavo L. Solórzano

La conmemoración de los fieles difuntos coincidió con el cambio de gobierno, en donde por primera vez en lo que tengo memoria, una administración concluye severamente cuestionada y con el deslinde, al respecto, de algunos ciudadanos representativos en nuestro estado. Termina un ciclo en la vida histórica de Colima e inicia uno nuevo; los colimenses somos fieles a nuestra fe y creyentes de que siempre habrá tiempos mejores, “la esperanza muere al último”, decían nuestros abuelos. Esa esperanza nace hoy, de un discurso conciliador por una parte y firme por el otro, trabajar por Colima y su gente, sin impunidad para los servidores públicos que fallen. Algo que sin duda, la sociedad ve con buenos ojos.

Naturalmente no todo fue malo en épocas pasadas, logros y avances en diferentes rubros, favorecieron el desarrollo de un bello estado y con ello, la vida de sus habitantes. Recuerdo un viejo letrero en las afueras de nuestra ciudad que decía; Colima 70,000 habitantes. Actualmente en nuestro estado somos 731,391 habitantes y en nuestro municipio 168,965 de acuerdo al censo 2020.

Hoy existen nuevos retos en salud, seguridad, ecología, empleo y vivienda y otros aspectos que requieren atención conjunta de los gobiernos federal, estatal y municipal. Ahí está la clave, trabajar unidos para mejores logros.

Le espera una ardua tarea a la nueva administración, misma que necesita realizarse con vocación de servicio, alto sentido de responsabilidad y verdadero profesionalismo, pero sobre todo, con amor a Colima y su gente, sin distingos. Deseo de todo corazón que así sea.

Cambio abruptamente de tema, la facultad de comunicarse con esto animales entre Juan Martín de Porres Velásquez, era muy similar a la de San Francisco de Asís, que hablaba y daba órdenes a los lobos que hacían perjuicios en la comunidad; la santidad, la humildad y la capacidad de hacer servicios a sus semejantes eran tan parecidos entre ambos santos, que algunos esotéricos piensan que San Martin era la reencarnación de Francisco de Asís. Martín de Porres se pasó la vida haciendo el servicio a sus semejantes hasta el último día de su existencia. Un dato curioso es que el santo de Porres tenía el don de la ubicuidad, es decir, se manifestaba en dos lugares a la vez en tiempo y hora.

Martín de Porres es reconocido como el “Santo Patrono de la justicia social” y “Patrón Universal de la Paz”. Otra de sus virtudes es que tenía la capacidad de hacerse entender con los animales que pululaban el convento de la Orden Dominica. Como era frecuentes el fastidio y reclamos que manifestaban los frailes, a pesar de su humildad,  con ratones, perros y gatos, fue Martín el encargado de resolver que hacer con ellos, que molestaban tanto. Llamándolos a comer y motivando para que, aun cuando son enemigos comunes, comieran juntos y con orden. El 3 de noviembre se conmemora su vida y obra.  

ABUELITAS:

Muchas de las instituciones de servicio social o filantrópicas tienen sus normas y principios, mismos que se plasman en textos, documentos e imágenes varias al servicio de sus agremiados. Sobre el tema, hace tiempo un servidor público lucía un cuadro en el que estaban plasmados conceptos significativos de la institución a la que pertenecía, lo que motivó a uno de sus colaboradores, quien después de observar detenidamente el cuadro y leer lo ahí escrito, le hizo una observación. “Ahí falta algo”, señaló el observador. La respuesta no se hizo esperar, ¿Qué? Preguntó el aludido, humildad, concluyó. Sin duda una gran enseñanza, necesaria e indispensable en nuestra vida actual. Es cuánto.