OPINION

TONALTEPETL – 8 de febrero 2021

Gustavo L. Solórzano

En donde un humano atiende, pueden pasar muchas cosas y no siempre agradables o benéficas. Hoy la ciencia ha evolucionado demasiado, sin embargo, solo en aquello que representa buenas ganancias. Si no deja dinero, difícilmente se avanza en un proyecto, lamentablemente así pasa en la dura y cotidiana realidad de nuestra vida. Por eso la desconfianza ante la vacuna “vaporosa” en contra del covid, fue hecha al vapor y sigue en aumento su desacreditación como afectiva. Lo anterior tan solo por poner un ejemplo de lo que hoy comparto. A pesar de ello, se insiste en que sea administrada, peor aún, cuando se ha visto que ha ocasionado desenlaces fatales.

Mucha gente me comenta sobre los indigentes que poco se enferman y no les llega el covid, mi respuesta es siempre la misma, ellos no ven ni escuchan medios informativos. Esa es su bendición mas grande ante las circunstancias que enfrentan en su vida cotidiana. Mientras más sabes más vulnerable te vuelves en este tipo de temas, susceptible dicen. Por otro lado, existen personas en el ámbito de la salud que suelen mostrarse poco sensibles a las necesidades de los demás.

La deshumanización es una triste realidad que se vive en los espacios de salud públicos. Los beneficiarios se inconforman y como si le hablaran a la pared, nadie parece escucharlos. En muchos lugares primero está la hora de la comida que atender a quien llega enfermo.

De nada sirve que letreros, mensajes radiofónicos o televisivos hablen de bondades, cuando la falta de sensibilidad se manifiesta desde los propios directivos. Más allá de las enfermedades, la verdadera crisis suele estar en el personal que atiende de mala gana y que incluso en ocasiones hasta regañan a quienes tienen una necesidad de salud o les brindan un trato falto de dignidad y respeto.

Por su parte, en el sector privado “muchos se sienten tocados por Dios”, dice el señor José Luis y agrega, “Si no les gusta su trabajo, que se busquen otro o que se vayan pa su casa”. La realidad es que no es tan sencillo, le dije, desgraciadamente existen muchos profesionistas que “trabajan” y otros que disfrutan y gustan de lo que hacen. Realmente todavía existe gente noble y buena que ama lo que hace, porque éste tipo de ejemplos se presentan en todas partes.

El llamado es obligado, darnos la mano y volver al trato amable, digno y respetuoso, sensible. No deben existir pretextos ni trato de primera o segunda en la prestación de ningún servicio. Todos somos iguales, solo hacemos actividades distintas según el rol que nos toda desempeñar. Hagamos y demos lo mejor de cada uno de nosotros, seamos la diferencia que todos necesitamos, nada cuesta, todos nos necesitamos.

Es necesario dejar de lado la arrogancia y la falta de sensibilidad, agrego, actitudes hostiles y carentes de sentido común, no tienen cabida en un prestador de servicio, menos cuando se trata de salud.

Cada persona lucha su propia batalla interior, para todavía tener que cargar la miseria de “otro”. Aplíquese y salga a sonreír, haga que valga su vida, después de todo solo estamos de pasadita.

ABUELITAS:

¿Conoce usted la oficina de la Secretaría de Relaciones Exteriores en Colima? Hace días supe que además de tramitar su pasaporte, ahí también puede usted ser atendido en servicios o trámites de pensión alimenticia, repatriación de menores, de personas enfermas, de exconvictos, traslado de reos, sustracción ilícita de menores, y traslado de cenizas, además de localización de personas en el extranjero. Por cierto, esta oficina está estrenando un nuevo delegado, responsabilidad que recayó en Rolando Yáñez Centeno y Cabrera. Quien es un hombre de trabajo y compromiso, formal y serio en su trato, Yañez Centeno, sin duda habrá de imprimir una dinámica en favor de la sociedad que ahí acude. Es cuanto.