OPINION

ÚLTIMA OPORTUNIDAD – GENIO Y FIGURA

Por: Francisco Buenrostro

 El próximo domingo dos de junio es la última oportunidad de los mexicanos para rescatar a la democracia de las garras de la ya, prácticamente, instaurada dictadura de la 4T, en la que los derechos humanos, las garantías constitucionales y la libertad de expresión son estorbos para el gobierno autocrático de un solo hombre que, a punta de becas y pensiones, busca perpetuarse en el poder. Y es que no se trata de elegir siquiera a la menos mala, sino de votar por la única opción que nos da, al menos, una esperanza de ver la luz al final del túnel, ese en el que nos ha refundido el actual gobierno lopezobradorista, donde lo cotidiano es la creciente inseguridad, falta de servicios de salud y una crisis económica que todos resentimos en nuestros bolsillos, aunque insistan en decirnos desde el poder que tienen otros datos.

La cosa no está nada fácil, ya que Xóchitl Gálvez no sólo se enfrenta a la candidata oficialista y corcholata preferida, Claudia Scheinbaum, sino que, tal como se ha podido comprobar en los debates, también enfrenta al esquirol emecista de Álvarez Máynez, quien tiene la consigna naranja de atacarla a diestra y siniestra para restarle posibilidades en los próximos comicios.

Pero eso no es todo, porque en esta clara elección de estado también están de parte del oficialismo tanto el Ejército como el narco que en este sexenio se han convertido casi en lo mismo, fusionándose al grado de no saber ya quién está a las órdenes de quién. Lamentablemente, la mayoría de las personas que votarán por Morena y sus esbirros, digo, aliados, ni siquiera lo hacen por las dádivas que reciben, sino más bien por un rencor que el presidente se ha encargado de mantener vivo hacia el llamado viejo régimen priista, cuyos artífices, incluyéndolo a él mismo, están hoy en el poder. Dicen que nadie experimenta en cabeza ajena y quizás esa sea una de las principales causas para que el populismo y la demagogia del gobierno de AMLO tenga fascinados, enajenados y sin voluntad propia a un importante porcentaje de la población, quienes no reflexionan sobre el abismo en el que estamos por caer, sí, todavía más, uno en el que están sumidos los cubanos, los venezolanos y los nicaragüenses, por citar algunos ejemplos de naciones que lo tenían todo para brindar a sus pobladores una calidad de vida envidiable, pero que, al igual que ahora en México, se dejaron llevar por el canto de las sirenas y ahora que viven entre la miseria y la falta de libertades, y ya nada pueden hacer.

Está claro también que la candidata Scheinbaum, lejos de lo que muchos pudieran esperar, no va a romper con el actual mandatario, sino que está hecha a su imagen y semejanza; aunque claro está que sin su carisma, ese que le ha permitido a él lidiar con los peores fracasos como Dos Bocas, el Tren Maya, el AIFA y muchos, muchos tropiezos más sin siquiera sufrir un raspón en su popularidad. Hoy, más que nunca, tenemos sí el derecho, pero sobre todo la responsabilidad, de acudir a votar, de hacer un último esfuerzo por liberar a nuestro país del peor de los peligros, porque México es de todos y en los últimos seis años se ha convertido en la nación de un solo hombre, de un emperador que vive en su palacio, que juega incluso a ser Dios al dejar morir a más de un millón de personas víctimas de la delincuencia o de la pandemia, pero todas ellas como consecuencia de su pésimo manejo del poder.

 No sé ustedes queridos lectores, pero yo voy a acudir a mi cita con el destino, a ejercer mi voto, pase lo que pase, porque no tendría cara para ver a mis seres queridos y decir que no hice todo lo que estaba de mi parte para frenar al dictador y sus secuaces. Ya de los que voten por Morena, a sabiendas de cómo ha destruido nuestro país en los últimos, esos sólo pueden ser calificados de traidores a la patria. Por cierto que, en caso de que gane la elección en las urnas Xóchitl Gálvez y no se quiera reconocer su triunfo, le recuerdo al presidente que ese “tigre” que dijo él que ya no detendría puede ahora despertarse y volverse en su contra.