MALANDRO – ¿QUÉ VIENE? 15 DE MAYO DE 2023
SEAN OSMIN HAMUD RUIZ
Dícese de aquel que delinque, que es delincuente (RAE). Por lo tanto, aquel que rompe la ley.
Cuando intentamos los seres humanos comenzar a organizarnos en sociedades que fueran más o menos armónicas, uno de los pilares fundamentales, sin dudad alguna, fue la concepción del derecho, de un órgano que creara, interpretara y aplicara la ley, en aquellas situaciones que implicaban una controversia entre dos posiciones y que, por medio de este acuerdo general social, se admitía como solución del conflicto aquello que determinara este tercero que llamamos autoridad.
La ley es imperfecta, estática. Inclusive la literalidad de su conformación hace que en la interpretación se pueda llegar a cometer errores. Por ello es obligación del aparato del Estado trabajar constantemente en su adecuación a las circunstancias corrientes y a su mejoramiento continuo, así cómo a clarificar el sentido de esta letra, intentando en la mayor medida que ello se base en un conocimiento técnico e imparcial.
Evidentemente es complejo conseguirlo, por un principio elemental humano: “cada cabeza es un mundo” y ello deriva en que no siempre los involucrados van a quedar todos conformes. Pero es lo mejor que hemos podido diseñar para no llenarnos de tuertos y chimuelos.
En esta línea de razonamiento, nos gusta pensar e ilusionarnos con que, precisamente los actores de gobierno, sobre todo los más encumbrados, esos mismos que en su unción juran respetar y hacer respetar las leyes, cumplan en lo humanamente posible con esta encomienda. Triste es cuando no sucede.
Peor cuando intentan justificarse con elaborados sofismas.
Creo es mil veces preferible un “que no me vengan con que la ley es la ley”, pues no deja dudas del pensamiento del de la voz a un complejo argumento que pretende maquillar la misma intención o acción, quebrantar la ley. Hay mayor hipocresía en ello. Enorme falsedad.
Y si, con estos nuevos usos y costumbres, vamos a tener que adecuarnos a que hacia donde dirijamos la vista nos toparemos regularmente al menos con un MALANDRO.
MICROCUENTO
¿Por qué será que el vuelo de un ave, la observación de un amanecer, el nacimiento de un hijo, la caída de una profusa lluvia, no nos alcanzan a convencer? ¿Por qué será que buscamos y rebuscamos hasta la hipotética idea de los taquiones? ¿Por qué la conciencia nos obliga a usar lentes de fondo de botella? ¿Por qué?