ASESINATO DE DOS HERMANAS EN TECOMÁN , UNA INFIDELIDAD QUE TERMINÓ EN TRAGEDIA : CRÓNICAS POLICIACAS .
En el instante en que su espalda fue castigada con un tremendo escobazo dado por su despechada pareja el muchacho trabajador del cultivo de plátano , poseído por la ira se levantó desnudo de la cama y con un rápido movimiento saco el machete de su morral de labor y de un solo y certero tajo degolló a su joven mujer , que con su atrevimiento de golpearlo con la escoba al descubrirlo ¡ haciéndole el amor a su hermana menor y por lo consiguiente cuñada de este y tía de sus dos pequeños hijos ! , encontró una muerte súbita y agresiva que no se esperaba .
Muy caro pagó la desengañada chica ese azotón que le dio con una escoba de palma a su infiel y joven cónyuge ; palazo que le propinó justo en el acto en que el susodicho mantenía relaciones íntimas con su puberta cuñada.
El cuerpo de la juvenil fémina yacía inerte en medio de un charco de sangre al pie de la cama matrimonial donde arremolinada entre la sabana y la colcha permanecía una aterrorizada adolescente convertida en ese fatal instante en la hermana traidora, la cuñada amante y la testigo de un violento y extremo homicidio ocurrido un domingo durante la madrugada en el interior de una modesta vivienda de capotes , venas de palapa y techo de láminas de asbesto de la Colonia La Floresta de la Ciudad de Tecomán.
Sin embargo ahí no pararía el sangriento hecho que estremeció al pueblo tecomense a finales de la década de los noventa .Dicha tragedia se teñiría doblemente de púrpura con el asesinato de la hermana menor a los pocos minutos de haberse perpetuado el primer crimen.
La adolescente amante del bígamo y criminal efebo pasó del terror al odio irrefrenable en contra de su cuñado por haberle arrebatado tan cruelmente la vida a su hermana, su pasión y deseo por este se habían transformado en un feroz resentimiento .
Atizada por el dolor y coraje se arrojó sobre el muchacho . Mas apenas y si pudo darle una cachetada cuando esta corrió con igual suerte que su hermana, el joven le quitó la vida a sangre fría con el mismo machete.
Luego de haberse despachado al otro mundo a su esposa y cuñada y cuando ya despuntaban las primeras claridades del amanecer envolvió los cuerpos con sábanas y colchas y los arrastró hacia el patio y como también le hacía a la albañilería, entre sus herramientas tenía una pala , cavó y enterró los dos cadaveres . Enseguida metió en una mochila un cambio de ropa y documentos básicos y cargó con la pañalera y sus hijos un bebé de apenas un año y otro de tres .
Tomó un taxi y se dirigió a la central de autobuses , su plan era regresar a su tierra de origen Chiapas , agarrando un autobús para México o Guadalajara y de ahí transbordar hasta arribar a su destino.
No tenía ni media hora en la central cuando en un estrepitoso operativo y en medio del ulular de sirenas arribaron unidades de la policía. El muchacho no hizo nada por huir, fríamente entregó sus hijos y no se resistió al arresto .
Quizás algún vecino escuchó o vio algo sospechoso a través de las ranuras de los cercos de capotes que circundaban el patio donde enterró a su esposa y cuñada y lo reportó a la policía.
No hay crimen perfecto y menos los que no se planean y ocurren en medio de arrebatamientos pasionales o explosiones de enojo .
Tuve la oportunidad de entrevistar al muchacho homicida el cual en aquella década de los noventa que ya estaba por terminar , tenía 19 años y sus víctimas: la esposa y cuñada 17 y 14 respectivamente.
Yo hacía mis pininos como periodista y locutor en el noticiero radiofónico Ángel Guardián de Radiomax y gracias a que Toño Martínez quien en esa época era titular de dicho espacio informativo , me había presentado al entonces Alcaide de la Cárcel Municipal Don Trinidad Ochoa fue que las circunstancias me resultaron favorables para entrevistar al joven homicida antes de que lo pasaran al Cereso en la Ciudad de Colima .
En esos finales de los noventa la Cárcel Municipal se localizaba por el rumbo de la Calle Javier Mina en el barrio donde estuvo la Zona de Tolerancia .
Lo que más me impresionó cuando conocí al joven criminal fueron sus ojos , era una mirada de fiera , como la de un depredador cauteloso y siempre alerta ,me resultaba un tanto intimidante observarlo directamente a las pupilas .
Delgado , atlético de un metro setenta y cinco de estatura y con un porte altivo no parecía para nada abatido por el terrible delito que pesaba sobre su humanidad,incluso el color de su tez moreno bronce , tenía un tono saludable y resplandeciente como si estuviera feliz y no apesadumbrado.
Durante la entrevista no mostró arrepentimiento ni trato de justificar sus actos solo manifestó preocupación por sus hijos .
Narró con detalle todos los acontecimientos que lo pusieron tras las rejas .
Remarcó que esa fatalidad no hubiera ocurrido si su esposa no hubiera llegado del empaque donde trabajaba tan de madrugada:
“ Ella siempre salía los domingos de la chamba ya muy amanecido y ese día no sé qué pasó que la dejaron irse temprano y nos cachó, sino me hubiera golpeado con la escoba estuvieran vivas las dos , además yo no quería meterme con mi cuñada pero ella a cada rato cuando mi pareja no estaba me rogaba que nos acostáramos y pues uno de hombre a veces no se mide “.
Dijo el muchacho jornalero con voz tranquila y pausada .
Al despedirnos , cuando lo dejé ahí solo en esa celda mal oliente y de paredes sucias lo vi tan vulnerable. No sé en que momento aquella mirada felina y acechadora se transformó en un par de ojos negros suplicantes , era como si un niño en apuros me estuviera viendo sin atreverse a pedirme ayuda , pero esperando de mi algo que le diera consuelo.
No pude sostenerle esa mirada , di la media vuelta y me alejé sintiendo pena por el . Es increíble como en un arrebato de las emociones se pueden cometer actos atroces que cambian completamente y vuelven un infierno la vida de quien se deja llevar por ellas.
Crónicas Policiacas de Tecomán .