OPINION

CRÓNICA DE “UNA HISTORIA PARA NO REPETIR”

Por Rosaura Eloísa Hernández Anguiano (Poly)

El perdón, el diálogo y la reconciliación, es la mejor manera de cambiar el rumbo de la historia de nuestras vidas: Sebastián Marroquín
Esto no solo lo hago como presidenta, lo hago como mamá: Margarita Moreno

Jóvenes y más jóvenes estudiantes llegaban a las instalaciones del Centro de Convenciones Allegra. Con sus uniformes escolares, divertidos y animados, ingresaron al salón donde el H. Ayuntamiento de Colima que preside Margarita Moreno, tenía todo preparado para recibir a Sebastian Marroquin nacido como Juan Pablo Escobar, el hijo del narcotraficante que hizo sacudir las entrañas de Colombia.


Hubo un “intro”. Un hombre de mediana estatura, nariz puntiaguda y con la calvicie de los años prematuros, el “Pelón”, sensibilizó a los jóvenes sobre la importancia de considerar en su vida aspectos importantes como la inteligencia, la voluntad, la libertad de elegir y recibir; el soñar y la gratitud. “Pelón”, abrió su corazón y sentimientos para sembrar en las juventudes y adultos presentes, la semilla de lo que es el amor incondicional, de otorgar el “bien mayor” amando, el atreverse a soñar y sentir, y de que la vida es un reto con circunstancias que se deben afrontar sin ser víctima, ni rehén, sino en la libertad de pensar y decidir a través de ese bien común que es el amor.


Casi al finalizar su exposición, el orador dio la bienvenida a la presidenta municipal Margarita Moreno y a Sebastián Marroquín, arquitecto, escritor, pacifista y conferencista colombiano, quienes ingresaron al salón cobijados por el aplauso de los presentes.


“Esto no solo lo hago como presidenta, lo hago como mamá”, dijo Margarita Moreno en el momento de dar la bienvenida y dirigir un mensaje breve pero muy emotivo a los asistentes, enfatizando de manera especial a los jóvenes a quienes explicó que ni los padres, ni las autoridades, van a estar ahí cuando tomen la decisión más importante de su vida “que puede cambiar su vida para siempre y por eso hoy, es nuestra responsabilidad darles herramientas para que el día que ustedes tengan que tomar decisiones estén bien preparados”.


En el rostro de la edil capitalina se asomaron emotivas lágrimas al hablar que primero es mamá luego presidenta, mostrando su gran sensibilidad y amor a su familia pero también, fue firme y convincente al asegurar que todos los días, “desde el ayuntamiento de Colima, estamos trabajando por un Colima limpio, ordenado, próspero, pero, sobre todo, por un Colima más humano porque yo estoy convencida de reconstruir el tejido social a través de la cultura, el arte, los valores, la familia, pero sobre todo del amor y a través del respeto”.


Para finalizar, pidió a los presentes que al salir de dicho espacio y regresar a sus hogares, llevaran un mensaje de amor y de paz, pero no concluyó sin antes advertir a los jóvenes que actualmente ellos están viviendo tiempos muy difíciles y refirió que las faltas de respeto siempre generan violencia, por lo que invitó a sembrar en sus corazones el amor y respeto “se vale tener ideologías diferentes, sí, pero lo que no se vale son las faltas de respeto”, concluyó.
Por fin fue el turno de Sebastián Marroquín quien, ante un público ya sensibilizado por las anteriores intervenciones, no le fue difícil entrar en el corazón de jóvenes, padres, madres, profesionistas y todo un gran grupo de personas que se dieron cita esa tarde para llenar el salón del Centro de Convenciones Allegra y escuchar “Una Historia para no repetir”.


Sebastian contó la historia de un niño hijo de un famoso narcotraficante, lo que vivió y sintió a través de esa estela de odios, muertes, narcotráfico en un mundo donde la riqueza y el poder se reproduce tan rápido, como tan rápido es capaz de desaparecer. “Aguantábamos hambre con millones en efectivo”, “parecíamos dueños de todo, pero éramos dueños de nada”.


Sebastián Marroquín Narró la historia de su padre desde niño, lo que vivió, y aseguró que su padre nunca se sentó a meditar, nunca pensó cómo afectarían sus decisiones en la vida de su familia, de su país.


Sebastián detalló sus anécdotas con notable tristeza en sus ojos, habló de sus sueños de joven, de querer recuperar a ese padre sin actividad criminal, de cambiar el dinero que tenían por un momento de paz y tranquilidad con su familia. Habló del soborno, de la corrupción, de la violencia, de los momentos que vivieron con órdenes de aprensión encima. Describió cómo vivía el hombre más rico del mundo, “cuando yo iba a visitar a mi papá, no iba a visitar al hombre más rico del mundo, sino al más pobre del mundo”. La realidad era otra cosa.


Sebastián Marroquín mostró fotografías de momentos importantes de su vida, de su primera comunión; de la convivencia con su padre, del antes y después de aquella hermosa y opulenta residencia que tenían; de la bomba que cayó encima y que una noche se durmió viendo el techo de su cuarto y al otro día despertó viendo el cielo ¿A dónde se había ido el techo?


Entre muchas historias, y anécdotas, el objetivo del conferencista, fue dejar claro que aún, viviendo lo que se ha vivido, con la voluntad de no querer repetir la misma historia, él se dio a la tarea de reconciliarse con los enemigos, de no seguir esa guerra a muerte y para ello, Sebastián Marroquín, mostró la historia gráfica de cómo se ha reunido en varias ocasiones con los hijos de las víctimas de la violencia narcoterrorista ejercida por su padre en los ochenta y noventa, asegurando que el perdón, el diálogo y la reconciliación, es la mejor manera de cambiar el rumbo de la historia de nuestras vidas.