COLIMAMUNICIPIOS

FALTA MONITOREAR PARA EVITAR VEDAS POR MAREA ROJA EN LAS COSTAS COLIMENSES: INVESTIGADOR DE LA UDEC

El doctor Aramis Olivos Ortiz, investigador del Centro de Investigaciones Oceanológicas de la Universidad de Colima en el Campus Manzanillo, advirtió que hace falta monitoreo para evitar a tiempo las vedas por marea roja como la que se encuentra en estos momentos en las playas del estado de Colima.

Explicó que el panorama para identificar a los microorganismos que componen los florecimientos algales es complicado, pues las autoridades lo que generan son vedas precautorias, pero por la falta de un monitoreo adecuado.

Olivos Ortiz detalló que cuando se detectan esos colores rojizos en las playas, la autoridad ambiental advierte a los pescadores que no pueden comerciar productos marinos. Explicó que no todos los florecimientos algales llegan a ser nocivos, solamente algunos lo son.

Dijo que “para eso debemos hacer monitoreos seguidos para identificar primero a la especie, saber si genera toxinas y si llegan a una concentración alarmante, y entonces levantar una veda sanitaria”, apuntó.

Indicó que para realizar ese tipo de seguimiento se requiere tiempo, por lo que las autoridades ambientales en el afán de prevenir levantan vedas que en ocasiones afectan el comercio. “Aquí es donde no nada más se afectan a los pescadores, se afectan a los ramaderos, restaurantes de pescados y mariscos, el turismo”.

Detalló que la marea roja es contaminación, fenómeno natural que ha ocurrido durante siglos porque es parte del proceso natural de los océanos y zonas costeras.

Un florecimiento algal puede ser nocivo por varias razones. Aunque no genere toxinas es mucha la biomasa que se deja en el medio acuático, es decir, “son millones de células de fitoplancton que quedan en la superficie. Las bacterias tienen que degradar ese material orgánico y agotan el oxígeno disuelto, al agotar el oxígeno disuelto el resto de los peces muere por asfixia”.

En otras ocasiones y ante tal cantidad de biomasa, se generan algunos compuestos gelatinosos que paran en las branquias de los peces que al saturarse también pueden causar su muerte. “Al final, después de que hay un episodio de marea roja nosotros vemos mortandad de peces que genera más coloración, más espuma”.

Ante dicha situación, el turista lo que llega a observar es algo verdoso, rojizo, amarillento, con mucho olor a pescado, materia orgánica, mucha espuma, y “visualmente no es agradable. Un florecimiento algal también es nocivo porque genera mala apariencia a las playas y el turismo sale perdiendo”.

Precisó que es a finales de marzo y principios de abril cuando las corrientes costeras en Manzanillo cambian debido a la influencia de las corrientes, pues masas de agua fría son desplazas por masas de agua caliente, lo que produce un choque que genera que agua del fondo emerja a la superficie.

Indicó que “esta agua de fondo viene cargada con nutrientes de origen natural que cuando llegan a la superficie generan fotosíntesis y las poblaciones endémicas de algas de la región florecen. Es el caso que hemos visto en estos últimos días”.

Agregó que “en la actualidad, las actividades humanas han generado mayores descargas de nutrientes, de nitrógeno y fósforo, a través de las descargas de aguas residuales o a través de los escurrimientos que vienen de zonas agrícolas, porque nuestros fertilizantes no son otra cosa que nitrógeno y fósforo”.

Ese reforzamiento de nutrientes es aprovechado por las especies locales de microalgas para generar florecimientos algales más intensos cuando las condiciones ambientales son las adecuadas.

Mencionó que en el caso de Manzanillo, hay una alta actividad comercial y llegan barcos de otras latitudes: Sudamérica, Norteamérica y Asia. En las aguas de lastre de esos barcos, es decir agua proveniente de sus lugares de origen utilizada para nivelar los barcos, “aunque no esté permitido, para volver a nivelar la carga, tienen que liberar agua. Ahí están introduciendo microalgas de Asia”.

Añadió que esas algas están más acostumbradas a vivir debido a las concentraciones de nitrógeno que encuentran aquí por nuestras descargas antropogénicas y desplazan a las especies locales. “Resulta ser que estas especies que vienen de otras latitudes pueden ser nocivas, aquí cambia el término y de un florecimiento algal pasamos a un florecimiento algal nocivo”.

Los florecimientos algales son lo que comúnmente se denomina marea roja. “Como en la tierra, los vegetales utilizan a través de sus raíces los nutrientes que pueden ser el nitrógeno y fósforo, y con la luz del sol generan fotosíntesis que a su vez se transforma en biomasa”.

En los cuerpos lacustres (ríos, mares, lagos), sucede lo mismo, pero con microvegetales, por eso el nombre de florecimiento algales, “porque nos estamos refiriendo al fitoplancton que con sus pigmentos captan la luz del sol y aprovechan el nitrógeno y fósforo disueltos en el agua de mar para producir biomasa”. Los microvegetales se convierten en los productores primarios, es decir, a partir de ellos todos los otros organismos se alimentan.

Considera que si no se disminuye la descarga de nutrientes derivada de las actividades humanas en la bahía de Manzanillo, llegará el momento en que algas introducidas se adueñen de las costas.

Esas algas pueden traer consigo la producción de ciertas toxinas nocivas para el hombre a través de las cadenas tróficas, es decir, a raíz del consumo de alimentos procedentes del mar, pues las algas son la base de la cadena alimenticia de la vida marina.

Esos microorganismos generan toxinas de manera natural, ya sea para evitar ser depredados o para expandirse en competición con otros microorganismos. Hay especies filtradoras de esas microalgas como los ostiones que, al ser consumidos por el hombre, pueden causar daño.

Advirtió que “pueden dañar la salud del ser humano porque generan en el peor de los casos problemas respiratorios o problemas cardíacos o pérdida de memoria, entumecimiento y algunas veces, en otras latitudes, la muerte”.

Recomendó a la ciudadanía permanecer atenta a las publicaciones oficiales de la autoridad ambiental y evitar el consumo de productos marinos durante estos florecimientos.