LA CRISIS MUNDIAL – HUMANITAS

Mtra. NIKOLA VARGOVA

Sin duda alguna, podemos decir que esta pandemia nos trajo otra crisis en el nivel mundial. Es muy difícil buscar o señalar los responsables. Simplemente pasó, y poco y poco estamos aprendiendo vivir en nuevo régimen, con las costumbres distintas. Para nuestra cultura talvez no existe el saludo sin un abrazo de cariño o mínimo sin tomarnos de mano y darnos un beso al cachete, pero para otras culturas como por ejemplo para los japoneses es esa actuación como un acto inadmisible y el único saludo permitido es la inclinación de la cabeza. También cambiar la ropa que llevamos en la calle o en el lugar de nuestro trabajo y quitarnos los zapatos llegando a nuestro hogar no es nada raro para las otras culturas y es un modo como precisamente evitar de traer las bacterias o un virus a nuestra casa. Así si algo es normal o no depende del punto de vista o de los costumbres.

Cuando empezó esta horrible pandemia, todos estuvimos observando su desarrollo encerados en las casas y con el pendiente al primer contagio. Más que un año después ya dejamos de contar las muertes que se presentan diario y menos nos interesa el número de contagios, la gente con dos vacunas anda en la calle sin cubrebocas y con la justificación “ya me vacuné”. La sociedad esta aprendiendo vivir con la pandemia y es un punto correcto. La gente está muriendo por las enfermedades crónicas, por cáncer o por la simple influenza o hasta por el hambre, la existencia de la pandemia no es la razón suficiente para dejar de producir. Me recuerdo a muchos cuentos de mi abuela de la segunda guerra mundial, como por ejemplo me contaba que cuando nació un niño en la familia en los meses del frio durante la guerra, a vez de la alegría trajo la muerte al hogar. El bebé se murió, porque no hubo la comida y no hubo la madera para poder hacer el calor en las casas. Cuando era pequeña me dolió mucho, es triste cada muerte de una persona, y más de un niño inocente. Me preguntaba porque el Dios permite eso, pero no es la cuestión del Dios, la culpa es dentro de nosotros mismos. Esos tiempos hubo una crisis económica, porque los países dejaron de producir. Los hombres a vez de trabajar fueron llamados a la guerra. La economía se suspendió totalmente y las únicas fabricas que funcionaron fueron relacionadas con la producción de las armas. Algo parecido que esta ocurriendo en estos momentos. Negocios que son obligados suspender su servicio o reducir tiempos de atención obviamente dejan de generar ingreso para sus dueños, pero de manera secundaria se disminuye el ingreso del Estado, en forma del pago de impuestos, multas o permisos. Así como los servidores públicos que no cobraron su quincena dejan de comprar los tacos en la esquina o fruta picada de los vendedores ambulantes. La única industria que en estos momentos gana es la industria farmacéutica, una guerra sin armas. Somos un mecanismo, un ecosistema increíble donde todos dependen de cada uno de nosotros. Hay que dejar que gane el vecino, porque su esposa compra un café diario en el puesto de mi hija, o hay que comer en el restaurante porque el dueño comprará el carro del año y lo asegurará en la aseguradora donde trabajo yo. Más dinero circula entre la gente, más trabajo con más oportunidades hay para los ciudadanos y esto presenta el crecimiento económico. No quiero decir que hay que ignorar la existencia de la pandemia, pero hay que ponderar su efecto para toda la sociedad, para la economía del Estado que deja de marchar.

Lo único que nos salvará es traer el respeto a nuestra sociedad, respetar nuestros espacios y verdaderamente cumplir con las recomendaciones del gobierno respeto a los protocolos de la salud. Procurar vivir la vida sana y cultivar la salud mental que favorece nuestras defensas, pero primeramente no dejar de ser productivo.