ESPECTACULOS & CULTURA

Ante de coco, ícono de la gastronomía de Colima

+Este es un postre tradicional hecho de piña, coco y limón, herencia de los colonizadores europeos que llegaron, que se ofrecía en las kermeses en el siglo pasado

El Ante de coco es un postre tradicional, ícono de la gastronomía de Colima, herencia de los colonizadores europeos que llegaron al puerto aproximadamente en el año de 1884.

Se trata de un pastel con cubierta de mantequilla cubierto y decorado con pasas, almendras, nueces, piñones, trozos de higo, limón confitado, piña y coco azucarado.

La maestra María Dolores Márquez Amezcua, quien ha impartido clases para aprender la elaboración del Ante, detalló que esta receta se la enseñó la señora Esther Cueva, en 1966.

Explicó que este es un pan muy ligero “que se moja con facilidad como si fuera esponja, y en Colima es el único estado donde se adorna y se decora de una, manera muy especial”.

La maestra recordó que el Ante se hacía para las kermeses, también se compartía en las festividades religiosas, y después se comenzó  a elaborar para celebrar bautismos, primeras comuniones, quinceaños, aniversarios y bodas.

Comentó que los reposteros de antes llevaban este peculiar pastel en viandas especiales, las cuales colocaban sobre una torre de varas de carrizo, lo cual el pintor colimense, Alejandro Rangel Hidalgo, logró plasmar en su libro titulado “La Cocina de Colima”.

“En una tabla se sostenía el postre, sobre una especie de jaula de carrizos; y de las cuatro esquinas de la base colgaban sendos ramos de hojas aromáticas que despedían sus fragancias de yerba buena, toronjil, albahaca y romero; también se le ponían flores hechas de oropel, palomas de ceras con alas de papel y mariposas, todo al gusto de quienes lo hacían o pedían para sus fiestas”, abundó.

En el documento de Alejandro Rangel se lee que este dulce era llevado por vendedoras locales y hasta cantaban coplas “más ingenuas y deshilvanadas que felices. Las mujeres vestían un peculiar y laborioso atuendo: medias blancas, zapatillas negras de charol, coronas de flores rosas y cintas rojas, cuentas de papelillo en el cuello, mangas de organdí, fondo con olanes, delantal y vestido de manta y arracadas doradas”.

El ante se hacía con ingredientes como limones, naranja, piñas, azúcar y ron; se vendía por rebanadas “y muy caro”, enfatiza el autor, y las ganancias que se obtenían de él se destinaban a obras benéficas.

Por lo anterior, la maestra consideró que es muy importante que no se pierda la tradición de este laborioso postre, ya que quedan muy pocas personas en la entidad que conocen la receta original.

Finalmente, dijo sentirse satisfecha de poder transmitir sus estos conocimientos, pues consideró que “tiene mucha historia y forma parte de nuestra tradición; espero que sea transmitido a las nuevas generaciones con el mismo entusiasmo con el que yo lo hago”.