OPINION

INSEGURIDAD; EL DOBLE COSTO – ASFÁLEIA

Por: Jorge Virgen.

Vivimos tiempos de inseguridad desbordada no solo de ahora, es un mal que ha crecido con los años, incluso décadas, que no distingue edad, raza, credo, posición social, etc., un flagelo social que a todos por igual nos ha quitado algo, desde la tranquilidad, patrimonio, personas, familia, y sobre todo la paz.

Los resultados saltan a la vista, es de todos conocida y por todos padecida la inseguridad, de ahí que, sirva está columna de opinión para enfatizar otros matices poco analizados, que dadas las dimensiones del problema pasan a segundo término, pero que son iguales de preocupantes.

Es así que, el doble costo de la inseguridad es esa parte que no se ve, pero que influye, para ello, es preciso definir el concepto costo, haciendo la distinción del concepto valor, el primero de estos puede resumirse en un sentido práctico como; cantidad de dinero que cuesta una cosa, bien o servicio y el segundo es el precio que se está dispuesto a pagar por esa cosa, bien o servicio.

En administraciones pasadas como en la actual, mediante el presupuesto de egresos de la federación, damos cuenta de las cantidades de dinero destinadas para el tema de seguridad, aunado a ello los estados y municipios también en sus mismos ejercicios de egresos contemplan cantidades considerables para este rubro, así también como las facultades otorgadas a la Marina y el Ejercito para el control y administración de más recursos económicos y materiales, hoy muchos presupuestos están enfocados al tema de seguridad, pero lamentablemente no con ello signifique mejores resultados.

Aunado a ello la inversión en seguridad y justicia por parte del Estado en su conjunto, es de poco más del 1% del equivalente al PIB, comparado con el 1.85% equivalente al PIB según datos de la ENVIPE 2021, mismo que equivale a la cantidad de 277.6 mil millones de pesos, este último es el costo del que poco o nada se habla, que en términos prácticos la delincuencia le arrebata de las manos al ciudadano de a pie, secuestro, extorsión, robo en todas su modalidades, fraude, lesiones, todos estos delitos representan para los ciudadanos un desfalco en su economía que al día a día sufren los mexicanos.

Si a lo anterior le añadimos que la cifra negra a nivel nacional es del 93.3% según datos de la misma ENVIPE, el problema se vuelve mayor, puesto que ese daño patrimonial que sufre la ciudadanía, difícilmente podrá ser resarcido por el camino de la justicia, y la cifra negra es comprensible tomando en cuenta el temor de la ciudadanía en denunciar, la perdida de confianza en las instituciones y los nulos resultados en la persecución del delito.

Por ello, refiero el doble costo que para el ciudadano representa la inseguridad, por un lados el costo que pagamos con nuestros impuestos y por otro lado el costo que hay que pagar resultado de los delitos que somos víctimas como sociedad y este último funciona como el robo continuado y/o robo hormiga – coloquialmemte conocido- que a largo plazo va minando cualquier finanza, tanto en ámbitos empresariales como familiares.

También es común escuchar sobre los costos, políticos, sociales, humanos de la inseguridad, pero el precio a pagar con independencia del factor económico, está el factor humano, las vidas que se pierden a diario y que en nuestra sociedad colimense lo vivimos todos los días dónde pagan justos por pecadores, todas las muertes son lamentables, pero invariablemente llama la atención la muerte del joven estudiante de 16 años, el cual perdió la vida después de un ataque armado a bordo de un vehículo, como sociedad y los que somos padres de familia no podemos tomarlo como un hecho aislado o daño colateral, hoy fue este joven y mañana o pasado pudiera ser cualquiera de nosotros, por ello unirnos como sociedad es la única opción ante este escenario de inseguridad, las soluciones tendrán que venir desde la sociedad en conjunto con las autoridades correspondientes.

En conclusión, la vida es el mayor valor que como sociedad debemos de proteger, el Estado desde su obligación constitucional y la sociedad como el principal núcleo de dónde surgen y se forman los valores que rigen a las personas y que invitan a vivir en armonía.