TONALTEPETL – 21 DE FEBRERO DEL 2022
Gustavo L. Solórzano
Nuestro México es un país que junto con su gente, ha vivido envuelto en la magia de las tradiciones ancestrales. La riqueza histórica que nos precede, es sin duda, algo de lo que podemos estar orgullosos. Aromas, sabores y un gran colorido, conforman nuestra forma cotidiana de vida; por citar un ejemplo, hablemos del clavo y la canela. El clavo y la canela juntos tienen un poder de “Desvanecimiento” hasta en la ropa, y en el aura, dicen los que saben. Las abuelas los usaban para todo, pues desbloquean nuestros sentidos y cierran los canales para energías más bajas, cerrando la puerta a la obsesión por uno mismo y desterrando las energías destructivas e impulsivas y obsesivas.
Claro está, el dolor de muelas, molestias urinarias y otras afecciones, se veían atendidas con éxito en el pasado, con estos dos elementos de la naturaleza. No es exagerado decir, que en su armoniosa relación con el todo, nuestros ancestros usaban el clavo y la canela para apartar a espíritus de vibraciones inferiores que se encuentran en erráticos, vagos y obsesivos, aunque sin intención (simple obsesión), actuando como una invitación a salir del lugar, ¡por vibración! Y además de hacer una excelente limpieza deja un agradable olor en el ambiente.
Otro aspecto que ha estado ligado a nuestra historia, es la danza y desde luego no me refiero a los estereotipos modernos que reflejan fantasías no cumplidas de sus creadores, sino a la que representa la conexión con el todo. Aquella en donde hombres y mujeres, ataviados con sus mejores galas naturales, cantan, danzan y elevan rezos al gran Ometeotl, como dualidad creadora. Indudablemente las danzas son una forma de expresión que busca o les permite, (Se siguen realizando) establecer un vínculo de comunicación con la fuerza de la vida, con la naturaleza y las leyes que rigen al multiuniverso.
Es importante recordar que las culturas ancestrales, realizaban sus danzas como parte del agradecimiento y la ofrenda a los dioses por las bendiciones recibidas, pero también para obtener sus favores o evitar sus castigos. Hoy en día, algunas de estas poderosas danzas siguen vigentes y, aunque algunas de ellas han incorporado elementos cristianos en su ejecución, siguen manteniendo la esencia de sus antiguos creadores. Otro ejemplo de lo que comparto, lo representa la mazoyiwua, escrita en lengua yoreme, y conocida como la danza del venado. Es una clara muestra de la comunión entre el hombre y la naturaleza, nace con los indígenas mayos y yaquis y, de acuerdo con los expertos, puede ser considerado el ritual dancístico más antiguo de México.
Los impresionantes voladores de Papantla, es herencia del pueblo totonaca y es una de las danzas más conocidas e impactantes del mundo, no sólo por su espectacularidad, sino por su poderoso simbolismo vinculado a la fertilidad de la tierra y la espiritualidad que vincula a los hombres con la naturaleza.
Nacida en la ciudad chiapaneca Chiapa de Corzo, la danza de los parachicos ocurre en el marco de la Fiesta Grande, del 4 al 23 de enero, la celebración religiosa más grande de la ciudad en honor a sus santos patronos. Quizás sean estas tres, según algunos historiadores, las más antiguas y representativas de un pueblo como el nuestro, cuyo corazón late desde el centro de la tierra.
ABUELITAS:
En Colima, bajo el nombre de Xolotl Mitotiliztli, un grupo de hombres y mujeres se reúnen para danzar a la vida. El tradicional parque de la Piedra Lisa, (martes a las 18:00) es el escenario en donde desde hace 5 años, la alegría del corazón vibra al unísono con el tambor y los ayacaxtles, acompañados por el humeante popochcomitl. El objetivo, difundir nuestra herencia cultural, danza y música junto con el estudio de la filosofía y de la cuenta del tiempo antigua mexicana. Un espacio gratuito y abierto para todos aquellos que quieran aprender y conocer nuestra verdadera historia. Es cuánto.