OPINION

TONALTEPETL 23/11/20

Gustavo L. Solórzano

El hombre rodeado de amigos de su juventud, platicaba emotivamente la forma en que había vencido a sus rivales de épocas pasadas. Tratando de no omitir detalles, hacía movimientos diversos entre los que destacaban el famoso gancho al hígado, para de ahí trasladarse a un derechazo en la mandíbula. Metido en su épica narrativa, no se dio cuenta de que su madre lo observaba con atención y en cuanto éste hizo una pausa, la madre intervino para aguadarle la fiesta: “también cuéntales cuando fulanito que solo tenía un brazo te dejó tirado después de revolcarte en la tierra””. Un silencio sepulcral invadió el ambiente y cuando los amigos estaban a punto de soltar la carcajada por la ocurrencia de doña Brígida, Ramón, con actitud solemne y sin perder la compostura, respondió: “eso déjalo que lo cuente él mamá”.   

Un día entendí que la historia la cuentan quienes vencieron y vivieron para contarla, naturalmente a su manera.

Derivado de inconformidades de los unos para con los otros, surgió el conflicto armado denominado Revolución de 1910. Quienes estaban en desacuerdo con Porfirio Diaz Mori, decidieron moverle el tapete para que cayera su régimen. Sobra decir que los civiles fueron quienes involucrados en ésta guerra, salieron perdiendo, mientras que la mayoría de los grandes estrategas conservaron la vida. Obviamente me refiero a quienes estaban detrás de las cámaras, esos que rara vez salen en la foto, pero que suelen ser quienes se llevan lo mejor de la fiesta, el botín.

La constitución de 1917, destacando la separación iglesia estado, entre otros importantes aspectos, generó un respiro al golpeado pueblo y aunque los conflictos no cesaron del todo, sirvió para aplacar la “polvareda”. Dicen que fue un millón de personas fallecidas por las circunstancias, los que pudieran con precisión saber y comentar ya no están. Muerte, desolación, abusos, robos y los significativos homicidios del caudillo Emiliano Zapata en abril de 1919; de Venustiano Carranza un año después; del famoso Centauro del Norte, Pancho Villa en 1923 y de Álvaro Obregón, a mediados de 1928. Curioso y entendible, fue una lucha en la que las traiciones, diferencias y deslealtades generaban un todos contra todos, solo por poner un ejemplo le diré que Villa y Zapata no simpatizaban con Carranza. Las marcadas diferencias generaron otras guerrillas generando así la segunda parte de la revolución.

Finalmente pondero a los hermanos Aquiles, Máximo y María del Carmen Serdán Alatriste, quienes se adelantaron a la fecha señalada por haber sido descubiertos. Encontrando la muerte en manos del gobierno.

“Qué bueno que la pandemia no permitió el desfile” “Puros gastos” “Pura pérdida de tiempo”. Los anteriores son comentarios que recogí de algunas personas a la pregunta de ¿qué opina? Publico las respuestas menos incomodas. Lo he venido proponiendo desde hace tiempo, los próceres merecen ser recordados de una manera distinta, sin gastos institucionales ni relumbrones. Concursos didácticos, torneos deportivos, etc. Serían sin duda, la mejor forma más allá de los discursos, el caos vial y los gastos para padres de familia.

ABUELITAS:

Los tiraderos de aguas negras, que de forma inconsciente arrojan empresas y particulares a los ríos o mares de nuestra ciudad y estado, son inconcebibles. Muchas son las quejas e inconformidades que los ciudadanos manifiestan al respecto, sin que lamentablemente nadie los vea ni los escuche. Ojalá, por el bien de todos, sean tomados en cuenta. Todos nos necesitamos.

PÉSAME:

 Expreso mis sinceras condolencias a mi amiga Norma Gutiérrez Flores y su familia, por la ausencia física de su señora madre. Me uno en oración por ello. Es cuanto.

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